Un partido de dos caras. Si a cualquier aficionado le hubieran dicho en el minuto 40 de la primera parte que el Manchester City acabaría ganando al Barcelona por 3-1 se hubiera echado a reír. Y es que durante ese periodo de tiempo, el Barcelona le había dado un baño de juego al City y hubiera podido marcar tres o cuatro goles. Tenía la posesión del balón y hacía lo que quería con el rival. Pero perdonó y en Champions eso se paga caro. Erró en la definición y en la segunda parte cometió errores en la salida del balón que costaron muy caro.
Cambio táctico. El gol de Gündogan en los postreros minutos del primer tiempo costó muy caro. Eso y el cambio que introdujo Guardiola colocando a De Bruyne por el centro y a Silva por la banda. Este movimiento táctico le supuso al City romper la hegemonía del Barcelona y acercarse al portal de Ter Stegen. Lo que ocurrió es que el Barcelona empezó a perder balones en la construcción. Lo hizo Sergi Roberto en el 1-1 y Busquets en la jugada del 1-2. A partir de ahí, el equipo de Guardiola se impuso porque sabe jugar bien a los espacios. Además, el Barcelona echó en falta a Messi y Neymar. Ni uno ni otro aparecieron y el equipo lo acusó y acabó doblando la derrota.