Todo apunta a que Ronald Koeman intentará sortear el chaparrón del Bayern Múnich cambiando el sistema de juego clásico (4-3-3) y recurriendo al 3-5-2 en busca de una mayor seguridad defensiva y capacidad para controlar el balón en el centro del campo. Argumentos futbolísticos con sentido común que, sin embargo, una y otra vez provocan todo tipo de reacciones alérgicas en la figura del presidente. Al final, como casi siempre, el resultado dictará sentencia. El técnico será un ilustre estratega si el resultado le avala o bien alimentará con más razones todavía a aquellos que insisten en cuestionar su valentía táctica.
Pulso presidencial
Ronald, por ahora, sigue firme en su ideario futbolístico y en sus formas públicas y privadas. Basta con leer sus múltiples declaraciones esta semana de selecciones para entender que las presiones presidenciales no le afectan lo más mínimo. Hoy, frente al todopoderoso Bayern, veremos si se decanta por los tres centrales o bien complace a aquellos que piden el 4-3-3.