Teniendo en cuenta de que Florentino no tiene secretario técnico ni director deportivo y es él el que configura la plantilla siguiendo unos varemos que demasiadas veces nada tienen que ver con lo deportivo (vendió a Di Maria tras ser elegido el MVP de la Champions de Lisboa o se deshizo este verano de Morata) y teniendo en cuenta de que ha sido elogiado por fichar a perlas de futuro (Theo, Vinicius, Asensio, Isco o Ceballos), también es de recibo advertir que esta manera de proceder no es el mejor camino para dar continuidad sin sobresaltos a un proyecto. Y así se encuentra el Madrid con jugadores que están a las puertas de la salida de lo que es la élite deportiva y sin un relevo claro. Benzema, Cristiano, Modric, Kroos o Marcelo son hoy una sombra de lo que fueron.
La otra cara de la moneda es un personaje a las antípodas de Florentino: Robert Fernández. Con la confianza de Bartomeu, Robert ha dirigido al Barça a una transformación nada fácil como es la Post-Luis Enrique y Neymar. Dos terremotos en un mismo verano que ha sabido solucionar con maestría. No todos supimos interpretar sus pausas en un mercado de locos. Después de un técnico volcánico como era Luis Enrique trajo a un ‘pacificador’ como es Valverde e incorporó a dos jugadores de recorrido (Dembélé y Semedo) y uno de presente (Paulinho). El tiempo, que corre a su favor, le está cargando de razones. Su sentido común es abrumador porque primero piensa en fútbol.
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