Opinión

La diferencia entre Lamine Yamal y Noah Darvich

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@ballondor

Cuando recorres las instalaciones y los estadios de clubes europeos, algo que por mi trabajo llevo haciendo muchos años, uno de los temas recurrentes es La Masia, un edificio con siglos de historia que hoy se ha convertido en un símbolo tras el que se esconde un trabajo excepcional. El Barça es un referente a nivel formativo y sigue siendo inspiración para muchos. Su método es garantía de calidad y de éxito. No existe la hoja de ruta que logre hacer triunfar a todos los que pasan por el fútbol base de un gran club, pero sin duda el Barça se acerca.

El momento clave en toda carrera, la llegada al primer equipo, es el más delicado y el que llevas esperando toda tu vida, un reto mayúsculo para quien lo da y para quien decide que lo dé. Sobre todo en clubs con cierta entidad, donde nada puede dejarse al azar y hay tanto en juego. Cuando cuentas con un jugador con mucho talento y proyección que está a las puertas de la primera plantilla, equivocarse puede ser fatal porque este paso puede marcar una carrera. No exagero cuando digo que, dependiendo de cómo se gestione, un canterano con potencial para convertirse en un futbolista top puede ver su camino truncado. Están en pleno desarrollo físico y mental. Y cada caso es distinto.

Evitar el efecto ascensor

Nunca he sido partidario de subir a un jugador, ni siquiera para entrenar con los grandes, si no está preparado para dar ese paso, si no ha demostrado futbolísticamente que puede darlo. Claro, las circunstancias a veces mandan y si el primer equipo tiene muchas bajas, ya sea por lesión o sanción, se hace inevitable echar mano de los jóvenes, pero este escenario suele acabar siendo un problema. El futbolista -es normal que así sea- acaba ilusionándose muchísimo y esas sensaciones las comparte su entorno más cercano (familia, amigos, novia, agente…). Regresar al filial ya no es fácil.

Xavi y Flick lo han hecho bien

El mundo cambia para ellos de forma radical: llega la prensa, la televisión, la radio… Por la calle te reconocen, tu vida cambia de repente. Lo hace de tal manera que puede generarse una situación de estrés e incluso miedo de tener que volver al segundo equipo, al filial, por el hecho de no estar ya tan motivado para afrontar ese compromiso. Tu cabeza se centra en el primer equipo. Son sensaciones, sentimientos absolutamente normales y canalizarlos de la mejor manera es necesario. Para ello es imprescindible tener mucha personalidad, ser inteligente y contar con un entorno muy sano, que sea consciente de la situación.

Por eso es tan importante que los responsables del club tengan claro cuándo un jugador está listo para subir y no volver a bajar. Hay que evitar el efecto ascensor todo lo posible. Los ejemplos de Lamine, Fermín, Cubarsí, Balde o Héctor Fort con Xavi o los mismos más Marc Casadó, Pablo Torre o Gerard Martín con Hansi Flick son perfectos: llegaron al primer equipo para quedarse y con la confianza total de sus entrenadores.

El caso de Noah Darwich

Casos en los que ha ocurrido todo lo contrario hay muchos: Noah Darvich fue el mejor jugador del Europeo Sub 17 de Hungría hace dos años y Lamine Yamal fue el segundo, pero el alemán lucha por ser titular en el Barça Atlètic y el de Mataró es titular en el primer equipo y la selección española. Claro, el alemán también necesitaba tiempo de adaptación, pero con confianza le llegará su momento.

Noah Darvich, en acción durante un entrenamiento / FC BARCELONA

Hay decenas de ejemplos que demuestran que la clave está en la fe total por parte del primer entrenador. En el Manchester City, por ejemplo, Foden se ha convertido en un crack de la mano de Guardiola que, en cambio, no tuvo la misma fe en Palmer, que la temporada pasada fue elegido mejor jugador de Inglaterra. La confianza tiene un porcentaje muy alto de culpa para que un joven futbolista triunfe.

Casos clarísimos son los de Bukayo Saka, que ascendió con 17 años al primer equipo del Arsenal, o el de Musiala en el Bayern. Ambos han logrado también ser referencias en sus respectivas selecciones. El pasado mes de julio estuve en Irlanda para el Europeo Sub 19 que España ganó y lo más curioso fue ver que en la selección española había cinco jugadores del Real Madrid y tres del Atlético con la misma edad que tienen Lamine Yamal, Cubarsí o Bernal, pero, en cambio, ninguno de ellos ha debutado con el primer equipo en sus clubes. ¡Estamos hablando de campeones de Europa y futbolistas con mucho talento!

De Bruyne, durante una sesión de entrenamiento / X

La alternativa, cambiar de aires

Y, naturalmente, cuando alguien no confía en ti, cambias de aires: le pasó a De Bruyne, que no jugaba con Mourinho en el Chelsea, o a Salah, que no lo hacía con el mismo entrenador en la Roma. Ambos son absolutas figuras de Manchester City y Liverpool, respectivamente. La confianza lo es todo.

 Hay tantos casos: Paris Bruner, delantero centro potente, rápido y talentoso, máximo goleador del Europeo Sub 17 de Hungría, que jugó Lamine Yamal, no tuvo la confianza en el Borussia Dortmund y está cedido al Cercle Brujas. A Xavi Simons, Luis Enrique tampoco le vio nada en el PSG y ahora brilla en el RB Leipzig y es titular con Holanda. Hato, en cambio, tiene 16 años, jugaba en el filial del Ajax, pasó al primer equipo y ya está en la absoluta neerlandesa. Gravenberg es titular en el Liverpool pese a que, tras salir del Ajax, no tuvo presencia en el Bayern.

Xavi Simons, presentado en el RB Leipzig / RB Leipzig

El Barça, un ejemplo a seguir

Bergvall sí tuvo confianza con 17 años en el Djurgardens (Suecia), algo lógico, pero se fue al Tottenham por dinero, cuando pudo llegar al Barça, un proyecto en el que habría encontrado la confianza que necesita. Allí no es titular. Camarda, máximo goleador del filial del Milan cada año, titular en la Sub19 de Italia, aún no asoma la cabeza en el primer equipo, como tampoco lo hace Davide Bartesaghi, un central o lateral zurdo que está en la primera plantilla ‘rossonera’, pero juega muy poco.

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Como decíamos, no se trata de subir jugadores, sino de subirlos sabiendo exactamente qué se les pide y teniendo la confianza absoluta de que responderán. Claro, todo el mundo puede equivocarse, pero convertir el error en anécdota es el trabajo de las direcciones deportivas y los entrenadores. El Barça, en ese sentido, es un ejemplo a seguir.