En agosto, a las puertas del debut en liga ante el Getafe, Xavi Hernández asistió a la reunión informativa entre árbitros y entrenadores. Para lo que es él, no intervino mucho. Dos cosas le llamaron la atención: una, la camaradería entre Medina Cantalejo, jefe de los árbitros, y Carlo Ancelotti. Fuentes de esa cita acreditan que el trato fue muy cercano. Y dos, la insistencia de Ancelotti en que los colegiados acudieran poco al monitor. Sólo cuando los errores fueran manifiestos, pidió el italiano. Tiene narices, con perdón. Porque Hernández Maeso, el domingo, recurrió al VAR tres veces y, al menos, en dos de las tres polémicas, las acciones no eran claras ni manifiestas.
Lejos de mostrar arrestos y personalidad para defender su criterio, el debutante se plegó a las recomendaciones de Hernández Hernández (sala VOR), tal vez uno de los nombres más ajusticiados en RMTV. Tras esa reunión, Xavi cerró el ordenador y se marchó del club muy preocupado. Al llegar a casa, fue lapidario: “olvidaos de esta liga. No la ganaremos”. Frente al Getafe, la primera en la frente:penalty no pitado a Araujo por mano previa e inexistente de Gavi.
Hernandez Maeso
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Mantengo que una Liga la gana siempre el que la merece. Pero eso no es incompatible con desnudar la perversión de quienes, aprovechando el caso Negreira - hace seis años que se fue -, presionan a los árbitros, abroncan al CTA y la RFEF en privado en Arabia y medran por el control arbitral. Mientras hay profesionales amedrentados que callan para que no les sancionen, el Real y sus videos campan a sus anchas condicionando al estamento sin que nadie rechiste. ¿Hasta cuándo? El caso Negreira ha dañado al Barça y su imagen. Para el Madrid, ha sido casi un puente de plata.