A los jugadores del Barça hay una cosa que les gusta de Ronald Koeman por encima de todo. Y es que siempre va de cara. El holandés sorprendió a su llegada por su forma de comunicar las cosas. Ha sido futbolista de élite y es un mito blaugrana, por lo que su ascendencia es mucho mayor que el de los últimos entrenadores. Koeman fichó en un momento anímico bajo y no le tembló el pulso en tomar decisiones. Para lo bueno y para lo malo. Y una de ellas fue en torno a Griezmann, a quien le otorgó un papel de líder en el equipo porque le gustaba el fútbol del francés y estaba convencido de que daría su mejor nivel a sus órdenes.
Griezmann venía de un año complicado en el Barça a pesar de que sus números no fueron tan malos y tuvo el cariño que necesitaba para intentar dar el salto en un nuevo proyecto en el que tenía el rango de estrella. Koeman no faltó a su palabra y le ha ido manteniendo en el once probándole en diversas posiciones hasta que no ha podido más. Y ayer, el entrenador ya dejó claro que el internacional francés es uno más de los de arriba y que no pueden jugar todos. En otras palabras, Griezmann ha perdido el aura de intocable y la recuperará cuando su rendimiento mejore.
Porque condiciones tiene para triunfar aquí. Koeman no se casa con nadie y quizás ya ha dejado de creer en Griezmann. Su variación de sistema solo deja lugar para tres posiciones ofensivas claras y el holandés tiene muy claro que necesita extremos y futbolistas rápidos en el uno contra uno para que su proyecto pueda triunfar.
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Por eso juega Dembélé y, por eso, está esperando que se recupere lo antes posible Ansu Fati y a poder ser que le traigan otro delantero dinámico para mejorar la efectividad goleadora del equipo. Griezmann debe dar un paso al frente para demostrarle al Barça y a sí mismo que su fichaje no fue una equivocación. Es uno de los mejores delanteros del mundo y debería tener sitio, pero para ello debe volver a convencer a Koeman de que puede ser el líder que tanto necesita el Barça para arropar a Messi.