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Ser culé en Estados Unidos

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emilipo / | sport

Ellos lo ven de otra manera. No son catalanes, pero más culés que otros. No han pisado en su vida el Camp Nou, aunque llevan toda la vida ahorrando para viajar algún día a la cuna de Johan Cruyff, “a la Sagrada Familia del fútbol”, dice uno de ellos. Ellos solo quieren ganar para plantarles cara a sus amigos del Real Madrid (pocos), del Arsenal (un montón), del Manchester United (bastantes y ahora está de uñas con ellos), a todos los aficionados que, cada tres días, se juntan, delante de unas pintas, en el pub ‘The Tavern’, en pleno Austin (Texas, EEUU) y en cualquier de las 25 pantallas, dos de ellas inmensas, contemplan y disfrutan del partido del Barça.

Repito, no les importa la competición (ellos hacen poca diferencia entre la Liga, la Champions y la Copa del Rey) y, mucho menos, el rival, pues conocen a muy pocos. Tampoco reparan demasiado en si juegan bonito, si el gol del Barça va precedido, como el de Old Trafford, de 41 toques cortitos, pases, tuya-mía o de un cañonazo desde fuera del área. A propósito, “¿por qué chutan tan poco a puerta los jugadores del Barça? ¿hay alguien que les dice que no chuten, que se metan con el balón hasta debajo del mismísimo larguero?”, pregunta otro.

Son mayoritariamente de habla hispana, pero también hay muchos extranjeros y, por supuesto, norteamericanos, aunque, ya saben, estos están pirrados por el béisbol, la NBA y el fútbol americano. Casi de fútbol saben lo que sus chicas ¡enorme selección! les han enseñado a lo largo de sus éxitos. Pero, todos, todos los presentes en ‘The Tavern’ aman locamente al Barça. En la distancia y por correo.

De momento han creado, mexicanos, dominicanos, puertorriqueños, yankees, algún francés y dos irlandeses una peña, cuyo nombre, casi clandestino (“ya tendremos tiempo de hacerla oficial”), se llama FC Barcelona Penya Austin. Solo les diré que Ricardo, mexicano, montador de video, tiene como correo VISCA1899 como inicio @ lo que sea (no quiero lios). Es decir, VISCA y el año de la creación del Barça. Tremendo, de verdad. Y tanto Ricardo como sus amigos saben de fútbol lo que no está escrito y, sobre todo, saben del Barça lo que tampoco está escrito, es decir, historia, que juro que no sé de donde las sacan, que si las escuchara Ernesto Valverde fliparía aún más de lo que flipa con todo lo que, de vez en cuando, le preguntan o lee, o escucha.

Vivir el Barça a tantos miles de kilómetros es algo muy, muy, especial que los jugadores del Barça deberían de tener en cuenta (como tantas otras cosas). No es ser del Barça en Madrid o en la Andorra de Gerard Piqué, no, no, ser del Barça en Austin es muy especial, bueno, como en cualquier rincón del mundo. Eso sí, cuando se vive en un pub, se vive con mayor diversión y relajación que en ningún otro sitio.

Y esta vez, que el partido se jugaba en Old Trafford, otro de los templos de los seguidores norteamericanos (todo el mundo sabe que el United es infinito en cuanto a seguidores), la cosa tiene su miga. Por supuesto, por descontado que los miembros de esta peña virtual, de ficción, pero caliente y amante de todo lo azulgrana, mantienen las mismas tesis que millones de seguidores catalanes (y/o españoles), es decir, que Leo Messi es Dios (y medio Barça) y el otro medio son Ter Stegen, Piqué, Rakitic, Busquets y Suárez. Aman a Dembéle por encima de Coutinho y a Arthur por delante de Arturo, pero dicen que nadie como el chileno para amarrar la victoria cuando hay ventaja o el empate cuando estamos desesperados.

 

Sé que no es fácil, pues cuando el Barça viaja por el mundo suele esconderse mucho. Normal. Repito, no es fácil, pero saber que en todos los rincones del planeta hay gente estupenda, sensacional, amistosa, colega, cómplice, que convierte el nombre del Barça (y de Messi, sííííííí) en el mejor motivo para iniciar un diálogo, para hacer amigos, para que le cuentes los últimos cinco chascarrillos del vestuario del Barça (¡mentira!, pues ellos los conocen mejor que tú), resulta maravilloso y ese vestuario rico y famoso debería de pensar, de vez en cuando, que sus acciones pueden hacer muy felices a millones de seres que viste su camiseta con orgullo, con chulería bien entendida, con pasión.