Victoriano Sánchez Arminio, espachurrado y aburrido en su despacho, agarra el ABC para distraerse. Pero ni así. De repente, una sonrisa se dibuja en su rostro. Abre la puerta y grita: “¡Ya lo tengo!”. Alguien le pregunta: “¿El qué?”. “El árbitro del clásico: Hernández Hernández”. Se oyen las carcajadas de todos los allí presentes y algún “no hay narices”. “JAJAJAJA”, brama uno; “JAJAJAJA”, responde otro. El Comité Técnico de Árbitros es una fiesta que solo un tipo desde el fondo de la sala intenta frenar: “Oye, ¿ese no fue el del Betis, el que entró tres metros?”. Todos se giran y, apuntándole con el índice, vuelven a reírse a carcajadas. El tipo, vencido, se apunta a la fiesta: “JAJAJAJA”. Seguramente la elección de Hernández Hernández no fue así, pero lo parece.
Las carcajadas que salen del CTA
OPINIÓN
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