Mientras Christiansen triunfa en el norte, De Boer hace las maletas en el sur. El danés ha caído de pie en Elland Road, en el incendiario Leeds United al que hace brillar en la Segunda División inglesa y el holandés ha durado cuatro jornadas en Londres, en el Crystal Palace. Son la cara y la cruz del cruyffismo militante.
Frank de Boer se sabía sentenciado desde que supo que Roy Hodgson, el fenómeno que condujo a Inglaterra a ser eliminada por Islandia en la última Eurocopa, había aceptado su puesto. En Londres, en Selhurst Park alguien creyó que Frank convertiría a un equipo que siempre jugó a la carrera en una suerte de nuevo Arsenal, o en un intento de copia de Manchester City...
Una particular versión del Barça, al que tantos y tantos miran en Europa. Y que, más allá de Pep Guardiola, ofrece ejemplos a estudiar. De Boer fracasó porque nunca creyeron de verdad en él como sí lo hizo el Leeds United en Thomas Christiansen, quien en un abrir y cerrar de ojos es ídolo en Elland Road, una plaza especialmente difícil en la Inglaterra futbolística.
El Palace nunca creyó en De Boer como el Leeds sí se entregó a Christiansen
Christiansen, como De Boer, mantiene innegociable la filosofía cruyffista como lo hace Òscar García en el Saint-Etienne, Ronald Koeman en el Everton o Eusebio Sacristán en la Real Sociedad. Cada uno con sus armas y con su propia personalidad, pero partiendo de un principio indiscutible.
Al holandés, a quien Johan apadrinó hace cerca de siete años para hacerse cargo del Ajax con el único bagaje de ser asistente de Van Marwijk en el Mundial de Sudáfrica, le han traicionado sus apuestas lejos de casa. Llegó a un Inter desestructurado y apenas duró 85 días en el caos. Pero peor la ha ido en Inglaterra. Pensó que podría hacer crecer al Crystal Palace y 77 días después la crisis se lo ha llevado por delante.
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Es el riesgo que se corre cuando se apuesta por el cruyffismo pensando únicamente en el marcador.