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Bartomeu dimitirá antes de la humillación de las urnas

OPINIÓN

Bartomeu tomará una decisión sobre su futuro la próxima semana / | sport

Hay que decirlo fuerte y alto. La moción de censura superando todas las expectativas. Es la demostración de la fuerza de los socios. La confirmación de que sigue siendo mas que un club. La ratificación de que los propietarios de la institución pueden cesar a un presidente, una cosa que no puede suceder en el Bayern, Manchester City o PSG.

El Barca felizmente está vivo a pesar de su crisis deportiva, institucional y económica. Hay una generación de socios jóvenes que han trabajado por amor al club en un objetivo muy difícil. Con solo 3.000 euros de presupuesto y más de 300 voluntarios recogiendo firmas casa a casa, ha nacido un movimiento integrador que hay que valorar de cara al futuro. Los nefastos asesores de Bartomeu le hicieron creer que conseguir 16.521 era imposible. Los mismos que ahora le dicen que espere el final del escrutinio que todavía puede haber sorpresas. Bartomeu ha llegado a un punto sin retorno. No puede hacer marcha atrás ni tomar ninguna decisión en los próximos quince días. Tampoco quiere hacer declaraciones ya que sería peor. Está atado de pies y manos hasta que termine la validación de firmas. Una espera que puede convertirse en agonía. 

La resistencia del presidente tiene un límite, está cerca de su final. Lo que dijo tras la debacle de la Champions, “no dimito por una cuestión de responsabilidad”, ya no vale cuando una mayoría de socios manifiestan su rechazo. Es comprensible que no se marche en caliente por el impacto de las firmas, pero parece inevitable que tome una decisión si la moción prospera antes de sufrir la humillación de las urnas. Ir a una votación donde está cantado que va a perder por goleada podría ser su último error.

Una cosa es resistir y otra diferente es inmolarse. Alargar el calvario no tiene sentido teniendo en cuenta que tiene fecha de caducidad cercana. Los cinco años de presidencia de Bartomeu no merece un final tan amargo, tan cruel. Todo lo bueno que hizo en la primera etapa queda

eclipsado por una pésima gestión deportiva desde la marcha de Neymar. Su enfrentamiento con Messi, su gran valedor muchos años, ha sido la puntilla.

Pensar que Bartomeu puede superar el voto de censura como hicieron Núñez o Laporta, es ignorar la realidad. Ellos tenían tiempo por delante para remontar la situación como así fue. Ahora está contra las cuerdas con las elecciones a la vuelta de la esquina. Con el ambiente que se respira en el entorno, es fácil imaginar que la moción supere con creces el 66% de los votos. Pocos socios son los que van a ir a votar a favor de su continuidad cuando solo le quedan cinco meses de presidencia.

Bartomeu debería dimitir antes de ser el primer presidente del Barca que pierde en las urnas una moción de censura. No merece un castigo

extra. Ahora no es cuestión de pensar en la aprobación de los presupuestos ni en la posible acción social de responsabilidad, hay que pensar en lo mejor para el Barca. Las más de veinte mil firmas han dictado sentencia, el presidente y su directiva han perdido la confianza de los socios para terminar su mandato.

Ni operación salida ni fichajes a la vista

Ayer se celebró el Trofeo Joan Gamper con más pena que gloria. Para jugarlo sin aficionados, a las siete de la tarde y contra el Elche, lo mejor hubiese sido suspenderlo. Hasta la propia familia del fundador se expresó en este sentido. Por si fuera poco, la noticia de que Koeman no cuenta con Riqui Puig terminó de eclipsar el partido. El club vive una situación deportiva preocupante. La anunciada operación salida está estancada y no se vislumbran fichajes a la vista. Hace ya cuatro semanas que Koeman le comunicó a Suárez que no contaba con él y sigue entrenando con Messi. El entrenador que le señaló la puerta de salida dice ahora que se puede quedar porque tiene contrato.

 

La marcha de Arturo Vidal al Ínter también está parada por diferencias económicas. Nada se sabe del futuro de Umtiti, Rafinha y Todibo que están en la lista de transferibles. En cuanto a posibles refuerzos, no hay dinero para fichar si antes no hay ingresos por traspasos. Mal panorama para Koeman que contempla con estupor como el presidente que le fichó tiene los días contados y su antecesor todavía no ha cobrado el finiquito. La Liga comienza dentro de una semana y convendría cerrar la plantilla sin esperar al último minuto.