Fernando estaba cabreado en Shanghai, no hace ni una semana, porque el debate sobre su futuro se había puesto sobre la mesa. Juró y perjuró que estaba comprometido en el proyecto y que no se bajaría del barco. Pocos días después, de común acuerdo con McLaren y Honda, anuncian que no correrá en Mónaco y sí lo hará en Indianápolis, en las míticas 500 Millas, un acontecimiento al que todos los apasionados del automovilismo deportivo veneramos. Más allá de una decisión absolutamente discutible, aunque debo respetar, el anuncio merece una profunda reflexión: 1/ Ni Fernando Alonso ni McLaren ni Honda creen en su proyecto 2017. 2/ El compromiso del asturiano con la F1 hace aguas. 3/ Poca seriedad en todas las partes involucradas. Ya dije hace unos días, no muchos, que conociéndole podía abrir un paréntesis para calmar la frustración que siente, pero con esta constatación uno no se atreve a aventurar si estará en Bakú o, por el contrario, también prueba suerte en junio en Le Mans. El anuncio nos supera. Es una apuesta muy arriesgada.
Una apuesta muy arriesgada
OPINIÓN
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