El título desató toda la emotividad que Roger Federer llevaba dentro. El suizo, en su discurso como campeón, apenas pudo pronunciar unas palabras de agradecimiento cuando emocionado rompió a llorar y el Rod Laver Arena le dispensó una cerrada ovación que aún hizo más difícil el momento para Federer, al que le siguieron delatando sus lágrimas.
Se le puso la piel de gallina al suizo, que apenas pudo hablar: “Esto es increíble”. El helvético se vio superado y apenas pudo articular estas palabras: “Soy tan feliz. Es increíble. Un sueño hecho realidad. Continúa este cuento de hadas, el día ha sido muy largo, de muchos nervios". Y concluyó con un "gracias, os quiero a todos".
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En la grada estaban también su esposa y cuatro hijos y sus padres, embargados también por la emoción de ver a su hijo llorando.