Rumanía mantuvo un resultado muy corto hasta el final y tuvo el empate en dos acciones muy claras en los minutos finales. Alemania fue muy superior a lo largo del partido pero no cerró el encuentro y estuvo a punto de pagarlo muy caro. Volvió a acusar de uno de los principales "debes" de la 'Mannschaft' en los últimos tiempos: la contundencia de cara al gol.
Abrió la lata pronto el combinado de Joachim Löw con un gol a placer de Gnabry tras una asistencia de Havertz. Rumanía decidió adelantar líneas en los primeros minutos y Alemania lo penalizó aprovechando los espacios que dejó la defensa a su espalda. El delantero del Chelsea rompió al espacio, en posición dudosa (recordemos que no hay VAR en los partidos de Clasificación al Mundial), y sirvió el tanto en bandeja al extremo del Bayern.
A partir de ahí, el partido siguió el curso esperado. Los alemanes acrecentaron su dominio con posesiones larguísimas y basando todo su juego en un centro del campo que, ante la ausencia de Kroos, está respondiendo a la perfección en este parón de selecciones. Kimmich, Goretzka y Gündogan forman un trío capaz de dominar a cualquier rival, y más aun ante una Rumanía replegada que buscó llegar vivo al final.
Y lo logró. Ni Sané, ni Gnabry, ni Havertz se caracterizan por su gran contundencia goleadora, y a esta Alemania hace tiempo que le cuesta cerrar los partidos. No fueron suficientes 19 remates para ampliar el marcador. Rumanía se vino arriba en los últimos diez minutos y pudo haber logrado un empate muy meritorio para confirmar la gran evolución que se presupone a la generación Sub-21 que poco a poco va ganándose un sitio en la absoluta, liderados por un Hagi que hoy no tuvo su mejor día.
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Puscas primero, y Stanciu después, estuvieron muy cerca de anotar el gol que hubiera dejado a Rumanía en lo más alto del grupo junto Alemania. Pero al final se impuso la experiencia. Y la calidad, por supuesto. Segundo triunfo en dos jornadas de la 'Mannschaft' que, eso sí, se muestran muy sólidos en defensa.