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Alemania-Austria o el ‘Biscotto’ más vergonzoso

El 1-0 daba la clasificación a ambas selecciones perjudicando a Argelia y El Molinón clamó “¡que se besen, que se besen!”

A raíz de este hecho, la FIFA decidió unificar horarios en las últimas jornadas de los Mundiales 

Hrubesch -con el 9, de espaldas y frente a un arrodillado Breitner- marcó el único gol de aquel Alemania Federal-Austria / | EFE

Unas cuarenta mil personas, presuntamente estafadas en El Molinón por veintiséis súbditos alemanes y austríacos”. Este largo titular apareció en la sección de ¡sucesos! del diario asturiano El Comercio, encabezando la crónica de un partido de la Copa del Mundo de España'82 que pasó a la historia precisamente por no serlo. Alemania Federal y Austria decidieron dejar de jugar después del único gol del encuentro, ante la desesperación de quienes veían el choque sin simpatizar con uno u otro país. Sin duda, uno de los mayores escándalos deportivos de la historia.

La mayor perjudicada de aquella farsa fue, sin lugar a dudas, la selección de Argelia. Los norteafricanos fueron una de las revelaciones de la primera fase y tuvieron que hacer las maletas a causa de este resultado. Algunos de sus aficionados, presentes en las gradas de El Molinón, intentaron incluso saltar al campo como protesta por lo que estaba pasando. La Policía lo impidió.

Para entender lo que sucedió, debemos situarnos en aquel momento. Al acabar la segunda jornada del grupo 2, Austria sumaba 4 puntos -las victorias aún valían 2 puntos- , Argelia y Alemania Federal, 2 y Chile, ninguno. Los argelinos habían dado la sorpresa derrotando a los germanos en su primer partido, aunque luego cayeron ante Krankl y compañía.

Si quería optar a una de las dos plazas de acceso a la segunda fase, Argelia debía ganar a Chile en la tercera jornada -lo hicieron por 3-2 el 24 de junio- y esperar al resultado del Alemania-Austria, que se enfrentaban un día después. Les valía el empate, un triunfo de Austria o bien una victoria de los teutones con una renta igual o superior a tres goles. Si los de Jupp Derwall se imponían por uno o dos goles de diferencia, el sueño argelino en el Mundial de España se acababa.

Y llegó la tarde del 25 de junio en el escenario que albergó los tres partidos de Alemania Federal en la primera fase. Aparentemente, un partidazo entre dos selecciones en forma. Así pareció serlo en los primeros minutos del encuentro, hasta que en el 11’ Pierre Littbarski envió un centro que su compañero Horst Hru-besch en un remate poco ortodoxo, convirtió en el 1-0.

Puro teatro

La primera parte discurrió con cierta normalidad. Sin embargo, tras el descanso y por arte de birlibirloque, se acabó el fútbol en El Molinón. El pacto de no agresión se hizo presente, con los jugadores pasándose el balón sin generar apenas peligro. Acaso alguna incursión del austríaco Schachner, de quien se dice que no era consciente de lo que estaba pasando. Incluso años después confesó que el lateral alemán Hans-Peter Briegel le llegó a llamar la atención durante el partido diciéndole “no corras tanto”.

En las gradas, la concurrencia se dedicó a entonar cánticos como “¡que se besen!”, “¡tongo, tongo!” o “¡fuera, fuera!”, además de animar a Argelia e incluso a la selección española... ¡y al Sporting!

Cuando el árbitro Valentine puso fin a la burla, la indignación se hizo patente hasta el punto que algunos aficionados esperaron al autocar de Alemania en su hotel y lanzaron huevos y otros ‘proyectiles’. Schumacher y alguno de sus compañeros ‘respondieron’ desde sus habitaciones, lanzando a la calle globos llenos -supuestamente- de agua.

 

“Solo me puedo disculpar ante los argelinos porque habían merecido pasar”, confesó 25 años después Briegel. Para lo único que sirvió aquella vergonzosa experiencia fue para que la FIFA decidiera que, a partir de entonces, las últimas jornadas de las fases de grupos de sus competiciones tuvieran horario unificado. Han pasado 40 años, pero el escándalo aún se recuerda...