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CR7, triste y desquiciado en el entrenamiento de Portugal

Se le nervioso, con cara de pocos amigos, en una sesión de entrenamiento bajo la lluvia

Tras fallar un control, chutó el balón por encima de la grada

El futuro incomoda a Cristiano, que está en Rusia con cara de pocos amigos / | AFP

Portugal celebró este domingo bajo una incesante lluvia su primer entrenamiento en Rusia con un Cristiano Ronaldo con cara de pocos amigos. El entrenamiento estuvo marcado por la lluvia y las temperaturas inusualmente bajas para esta época del año, incluso en la capital rusa, ya que los termómetros marcaban unos 10 grados.

El propio jugador del Real Madrid saltó al campo de entrenamiento situado en la localidad de Krátovo, a unos 25 kilómetros al sureste de Moscú, con jersey de manga larga y mallas térmicas en las piernas.

Cristiano, cuyo futuro en el Real Madrid está en el aire, comenzó nervioso, e incluso durante el partidillo disparó el balón por encima de las gradas tras cometer un fallo en un control.

Con todo, los 200-300 aficionados que se congregaron en el campo, ya que el entrenamiento fue abierto al público, ni se inmutaron con los gestos del astro luso y no dejaron de animar a su ídolo. "¡Cristiano! ¡Portugal!", coreaban los niños de varias escuelas deportivas invitados al evento.

Su insistencia recibió el merecido premio cuando el futbolista madridista se acercó al final a las gradas para firmar autógrafos y sacarse fotos con sus seguidores. Uno de los hinchas incluso le mostró el retrato que le había hecho, una pintura que guardaba mucha similitud con el futbolista luso.

Cristiano, que atrajo a numerosos periodistas de todo el mundo, incluido españoles, argentinos, mexicanos, chinos, ingleses y rusos, sí asomó alguna sonrisa cuando marcó un par de goles, pero todas las conversaciones de la prensa giraban en torno al estado de ánimo del portugués debido a su posible salida del Real Madrid y pocas aludían al crucial partido del viernes entre Portugal y España.

 

Cualquier gesto era analizado al detalle, como si fuera indicativo de sus intenciones de irse o permanecer en Madrid, incluido cuando pareció mandar tímidamente callar a los aficionados que le animaban.