Muchos esperaban que el reencuentro de Valentino Rossi y Jorge Lorenzo en el escenario del Salón de la moto de Milán, con el presidente de Yamaha Motor Co. Hiroyuki Yanagi como testigo, serviría para que ambos pilotos diesen el primer paso para enterrar el hacha de guerra.
No fue así. No se produjo en ansiado apretón de manos. Ni siquiera se miraron. Ni Lorenzo ni Rossi propiciaron el más mínimo gesto de acercamiento. Hielo total. Tampoco hubo declaraciones ante la prensa.
A estas alturas parece que lo mejor es dejar pasar el invierno y esperar que en los primeros test de la pretemporada, en febrero de 2016 en el circuito de Sepang, podamos asistir a la reconciliación que tanto interesa a algunos, principalmente a los gestores del equipo Yamaha y a su patrocinador principal Movistar
Lin Jarvis, team principal, recurrió a la ironía británica en Valencia para enfrentarse a la batalla de sus dos 'gallos' y dijo que "sé por experiencia que estas situaciones hay que tomarlas con mucha calma... y por suerte están los gin tonics". En Milán, el lunes, Jarvis constató que la labor de pacificación será ardua.
"Principalmente tenemos que encontrar la manera de lidiar con el problema. Mi sueño de llegar a la final de la temporada con los dos pilotos luchando en igualdad y con serenidad por el título, se rompió en el decimosexto gran premio (Australia), por desgracia".
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El técnico inglés señala, sin embargo, que "el equipo se mantiene unido y seguirá siendo así la próxima temporada. Puedo confirmar que Lorenzo y Rossi seguirán teniendo acceso a la telemetría de otro. Yamaha no tiene ninguna duda sobre esto. Ni en adelante habrá muros ni tampoco boxes separados. No hay vuelta al pasado