El 29 de diciembre de 2013 Michael Schumacher sufrió un gravísimo accidente cuando esquiaba en compañía de su hijo Mick y unos amigos en la estacion francesa de Meribel. En los primeros momentos se temió seriamente por su vida pero el heptacampeón del mundo de Fórmula 1 superó las intervenciones a las que se sometió en el Hospital Universitario de Grenoble y tiempo después los médicos anunciaron que había salido del coma. Han pasado dos años sin apenas más noticias sobre su estado, lo que deja pocas o nulas esperanzas sobre su posible recuperación.
Desde que Schumacher fue trasladado a su mansión suiza de Gland, a orillas del Lago Leman, la información se filtra en cuentagotas. La familia se ha blindado al respecto, lo que ha provocado un efecto contrario: avalancha de rumores y falsas noticias que han tenido que ser desmentidas en su mayoría por parte de la portavoz y antigua jefe de prensa de Schumi, Sabine Kehm.
Corinna, la esposa de Schumacher, vive solo por y para él. Al margen de su atención personal, ha dedicado parte de la inmensa fortuna familiar a los cuidados médicos del 'Kaiser' y según fuentes extraoficiales los gastos semanales ascienden a 140.000 euros. Recientemente los Schumacher han vendido el jet privado y sus casas de vacaciones en los Alpes y Noruega para asumir los elevados costes del tratamiento.
El presidente de la FIA y ex director de Ferrari en la etapa en la que Schumacher encadenó cinco títulos mundiales, Jean Todt, es uno de los pocos que ha sido autorizado a visitarle con asiduidad, no así el que fuera su manager durante 22 años, Willi Weber, que días atrás acusó a Corinna de impedirle cualquier tipo de contacto con Michael.
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Los medios alemanes han publicado que Schumacher pesa menos de 45 kilos y que sus lesiones neurológicas son tan graves que el ex piloto apenas tiene momentos de consciencia ni reconoce a sus familiares, aunque ninguno de estos extremos han sido confirmados por la familia.