Achicando agua y sin perder de vista el cronómetro. Por segunda jornada consecutiva, al Alavés le tocó sufrir en inferioridad para sobrevivir al asedio granota. Esta vez por una estúpida expulsión de Édgar Méndez, que se pasó de pícaro al lanzar un segundo balón al rectángulo cuando ya estaba amonestado. La cara de Pablo Machín, un poema. Empate insatisfactorio que deja a vascos y valencianos en la zona baja.
El inicio babazorro fue el soñado. Olía a nuevo el Ciutat de València. Lucas Pérez recogió un buen servicio de Édgar, antes de empañar su actuación, se marchó por piernas de Son y ajustó con la zurda entre el palo y Aitor. Digerió notablemente el golpe el equipo de Paco López. Las ocasiones se sucedieron, con un testarazo de Gonzalo Melero que se perdió imperdonablemente por encima del travesaño.
La expulsión a la media hora sentó, contra pronóstico, bien a los albiazules, que aplicaron la máxima de HH. Ordenaditos y saliendo en transiciones rápidas buscaron la sentencia.
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El gol caería, sin embargo, del lado local en los albores del segundo acto. Clerc ganó la izquierda y la puso para que Morales, a la remanguillé y tras rozar en Laguardia, equilibrara el tanteador. Impotente Pacheco viendo como el balón entraba mansamente en su puerta. Animó el empate a los levantinistas. Achuchando hasta el final con aproximaciones de Bardhi y un cabezazo al palo de Sergio León. Joselu y Deyverson no se arrugaron y tuvieron el 1-2.