Pocos habrían imaginado el desenlace final a la media hora de choque. El Levante, muy superior y con un doblete de Roger Martí, parecía que se iba a llevar el derbi valenciano. Pero un Rodrigo estelar, que se puso el equipo a la espalda en el segundo tiempo, se encargó de darle la vuelta al luminoso y lograr los tres puntos del Ciutat. El Valencia ya está metido de lleno en la lucha por Europa.
Salieron de lo más motivados los granotas para afrontar un nuevo derbi. Una rivalidad que no entiende ni de momentos de forma ni de puestos en la clasificación. En partidos de este tipo, se igualan las fuerzas. Y pronto lo demostraron los de Paco López con un mismo protagonista: Roger Martí. Pasados diez minutos, caracoleó por banda derecha y sorprendió a Cillessen por el primer palo, que pudo hacer algo más. Metidos en esa inercia y siendo superiores a los ches, Parejo cometió un penalti justo en la línea del área y otra vez Roger no perdonó desde los once metros.
Y ya dicen que las desgracias nunca vienen solas. Entre falta y falta, mazazo para el Valencia. Cillessen, que fue duda hasta el último momento, tuvo que abandonar el césped, lesionado. Jaume entró en su lugar. En el ecuador de la primera despertaron los de Celades. Empezaron a llegar con más peligro e incluso se le anuló un tanto a Rodrigo por fuera de juego. Y justo antes del receso, Roger Martí, héroe del Levante, se convirtió en villano por un momento. Se marcó en propia en la última jugada de la primera mitad.
Un gol totalmente psicológico, que le dio aire al Valencia. Era otro. Empezó dominando y Jaume evitó el tercero. El Levante controlaba el balón, ante un cuadro che agazapado y buscando meterse de lleno en el partido. Y vaya si lo hizo. Error tremendo de Miramón que aprovechó un Rodrigo totalmente crecido, y el internacional español le regaló el tanto a Gameiro, que solo tuvo que poner la cabeza para igualar. Y justo después se culminó la remontada. En otra contra, Ferran vio al francés dentro del área y este cruzó el balón lejos del alcance de Aitor.
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Se venían unos últimos minutos de infarto. Falcón, entre tanta tensión, vio la segunda amarilla. Y Rodrigo perdonó el cuarto. Pero ese día tenía el traje de mago. Filtró un pase de escándalo para Ferran y el joven canterano sentenció. El derbi se va a Mestalla.