Como en las fiestas tradicionales de los ‘muiños’ -molinos- gallegos, el Celta purgó todos sus males y se dejó llevar. Bailó al Alavés y alivia sus penas, que con pan, vino y música tienden a relativizarse. Rafinha emuló a Emilio Cao. Afinó el arpa y lideró la romería. Con el hispanobrasileño en sintonía, la permanencia no debe ser un quebradero de cabeza.
La presión y la rápida circulación del balón olívica desconectó al ‘Glorioso’. Los babazorros persiguieron sombras y los goles no hicieron más que sucederse. Jeison Murillo, incorporado al ataque en un córner, aprovechó una segunda jugada para cabecear de forma impecable un centro de Denis Suárez.
Iago Aspas esta vez sí acertó desde los once metros en unas manos televisivas de Fejsa. Ejecutó de zurda el de Moaña, imposible para Roberto. El portero de los vitorianos fue, pese a la goleada, el mejor de los de Asier Garitano.
Llegó entonces la exhibición de Rafinha. El canterano culé anotó dos goles en dos minutos. Pausa y periscopio en el 3-0. Inmejorable lanzamiento desde la frontal que encontró la escuadra del arco alavesista. Llegada desde segunda línea y voleón en el cuarto tras un mal rechace del debutante Javi López. Ya no salió tras el descanso. No hizo falta.
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Nolito pudo redebutar con la celeste celebrando la ‘manita’ tras anotar un penalti y asistir a Santi Mina para alegría del canterano. El sanluqueño aportó desde el primer segundo y sus compañeros lo agradecen. Su experiencia y espíritu ganador serán fundamentales para espantar las meigas del descenso.