El diván de Ipurua no alivia la melancolía de Eibar y Valladolid. La ansiedad clasificatoria produjo taquicardia a ambos contendientes, especialmente en una segunda parte de escasa calidad. Ni Mendilibar ni Sergio lo ven claro. El abismo sigue acechando.
Cantaron bingo los pucelanos a las primeras de cambio. Guardiola retó a Arbilla en el área y a la elasticidad de su cadera. Penalti sin discusión. Roque Mesa transformó a su perfil derecho para liberar tensión. La chispa albivioleta se apagó de sopetón. Afrentados por el 0-1, los armeros blandieron sus fusiles por el flanco izquierdo. Enrich se encasquilló con el centro de Soares en la primera manifiesta de los azulgranas. Kike García no hizo prisioneros. Entró como un 'Panzer' para cabecear a la escuadra la sinfonía de Bryan Gil. Finta, quiebro y centro angelical del gaditano.
El primer tiempo fue suyo. De ese extremo izquierdo de silueta 'cruyffista' y liviana. Su Erasmus en Eibar, como el de Leganés, lleva camino de acabar con matrícula. Monchi y Lopetegui se frotan las manos. Gil tuvo el 2-1 en un balón que se paseó por donde Masip tiembla. No impactó de lleno en el segundo palo.
Miedo en el Bajo Deba
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Cambió por completo el duelo tras el intermedio. La segunda mitad careció de continuidad y las llegadas brillaron por su ausencia. Rubio remató en posición antirreglamentaria un tanto que hubiera supuesto el 1-2 para los castellanos. El VAR corroboró el ojo de halcón del juez de línea. En los del Bajo Deba lo más destacado fue el regreso de Cote tras su grave lesión. El asturiano se prodigó por la izquierda con soltura. Buena señal.