La ronda española
Roglic remata la Vuelta ante Enric Mas
El ciclista mallorquín cruzó la meta de Picón Blanco, última cumbre de la carrera, en segunda posición por detrás del irlandés Edward Dunbar y este domingo tratará de acabar segundo si resta a Ben O’Connor los 9 segundos de ventaja en la contrarreloj final de Madrid
Eddie Dunbar celebra la victoria en la penúltima etapa de La Vuelta 2024. / EFE
Sergi López-Egea
Enric Mas subía por la última pared de la Vuelta que se llamaba Picón Blanco sabiendo que luchaba contra un imposible. Ascendía con la conciencia tranquila, porque cuando no se puede, cuando atacas, cuando no te conformas con ir a rueda, por lo menos pedaleas convencido de que has hecho todo lo posible y que hasta el mismo Quijote caía del corcel cuando luchaba contra los molinos.
Este domingo, en Madrid, Primoz Roglic ganará una cuarta Vuelta y el ciclista mallorquín, si todo le sale redondo por una vez y hace las contrarrelojes que hacía antes de fichar por el Movistar, conseguirá acabar la prueba en segunda posición por cuarta ocasión en su carrera deportiva. Contra los genios no se puede luchar. No pudo Poulidor contra Anquetil y Merckx. Tampoco Mas ante Roglic. Cuando tienes a un equipo que no exhibe la fortaleza del pasado y que además se gafa con caídas, sólo puedes conformarte con un podio que difícilmente se le escapara al corredor mallorquín, porque es muy difícil que Richard Carapaz le contrarreste los 49 segundos de ventaja que le saca en la tabla.
Ganó el irlandés Edward Dunbar, segundo triunfo en esta Vuelta después del conseguido en Padrón. Se aprovechó de la circunstancia de que nadie lo vigilaba y dejó a Mas sin el premio de lograr una etapa en la prueba española. Sólo ganó en 2018. Entonces nació una estrella que ha vivido de altibajos como jefe del Movistar, que ha chocado siempre contra el muro del Tour, pero que en la Vuelta, como el Cid que luchaba cerca de las tierras burgalesas del Picón Blanco, revive para firmar sus mayores días de gloria ciclista.
Roglic salvó un día muy complicado para su equipo. Algo comieron los corredores del Red Bull que les cortó las alas, abandonos y ciclistas rezagados, todas las alarmas sonando, pero sin que nadie lo probase desde lejos, salvo Mikel Landa, que pedaleaba en otra guerra tras la crisis del jueves en su Álava del alma, y que trataba hacer lo imposible agotado por el esfuerzo de enlazar Tour y Vuelta.
Y aun así Roglic fue tercero en el Picón Blanco para sentirse firme, convencido y feliz en su propuesta por ganar la Vuelta. “Mis compañeros no se sentían bien. Algo comieron que les sentó mal. Afortunadamente yo no he estado afectado”, respondió el corredor esloveno cuando atendió a la prensa con una mascarilla en la cara, temeroso, como todos los ciclistas, de que el malestar de sus compañeros fuera debido al covid, en el único deporte en el que sigue castigando a sus practicantes.
Con el frío burgalés
Mas pasaba a la acción a 2,6 kilómetros de la cumbre, en una zona de rampas asfixiantes y Carapaz, que quería bajar a Ben O’Connor del podio de Madrid, lo seguía. Pero tampoco era el día mágico del ecuatoriano, a pesar de contar con el apoyo de su mujer y dos hijos, que se protegían en la sala de prensa de la Vuelta del frío del exterior, porque en el norte de Burgos el verano ya ha pasado a mejor vida.
La etapa se resumió en lo que se intuía después de su exhibición en la riojana cumbre de Moncalvillo. Salvo que las tripas le jugasen una mala pasada, Roglic circularía en carroza, se aprovecharía del trabajo de otros equipos y confiaría en tener a su lado al ciclista del Red Bull que más en forma parecía, el catalán Roger Adrià, después del KO técnico del colombiano Daniel Martínez y de Aleksandr Vlasov. Que otros lo atacasen si podían. Y nadie pudo realmente, lo que no fue sorpresa alguna.
Se vieron, eso sí, episodios extraños, como la decisión del UAE de impedir a Marc Soler ganar la clasificación de la montaña, en favor de su compañero australiano Jay Vine cuando el corredor catalán ha estado fugado casi todos los días, ha ganado en los Lagos y mediáticamente, siendo la Vuelta, la escuadra obtenía un mayor rendimiento. Ellos sabrán. A Soler lo hicieron trabajar por Vine en los puertos precedentes a Picón Blanco.
Y todo quedó pendiente de la última cuesta, de los movimientos de Mas por noquear a O’Connor en la pelea por los dos puestos bajos del podio. Se quedó a 9 segundos de subir a la segunda plaza, pero ante un corredor australiano igual de irregular que él en las contrarrelojes, lo tiene a su alcance si la suerte le sonríe en Madrid.
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