sueño olímpico de 2030 ha saltado por los aires por las discrepancias políticas. Pierde Aragón, pierde Catalunya, pierden los Pirineos… pierden los deportistas españoles y todos los aficionados. La politica se ha impuesto al deporte.
Lo que los técnicos habían validado, tras mucho tiempo de arduo y espinoso trabajo, ha sido dinamitado por la intransigencia del presidente de Aragón, Javier Lambán . Su tozuda postura ha torpedeado un ilusionante proyecto que en lo económico hubiera dejado 1.000 millones de euros pero, sobre todo, hubiera significado un indudable impulso en infraestructuras para el territorio pirenaico.
Un proyecto que debía unir, que debía ser una candidatura hermanada entre Catalunya y Aragón, ha derivado, incomprensiblemente, en desavenencias y enfrentamientos por el reparto de sedes y disciplinas .
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Descanse en paz la candidatura a los Juegos Olímpicos de Invierno 2030. Lloremos, rezemos y lamentémonos ahora por su trágica muerte. Ahora nos emplazan a trabajar, de nuevo, para 2034 . Veremos si, para entonces, los políticos… y el cambio climático lo permiten.