El estadounidense Jordan Spieth, reconoció al final de la segunda jornada del PGA Championship, que se disputa en Quail Hollow (NorthCarolina), que sus opciones de lograr el torneo y completar las victorias del Grand Slam, era una misión “que tendrá que esperar posiblemente el próximo año”.
Y es que el joven jugador de 24 años se presentaba en Quail Hollow como uno de los favoritos en el cuarto y último torneo Grande de la temporada, aunque su vuelta de 73 golpes del viernes (+2), para un total de +3, le dejó a nada menos que 11 golpes de los líderes, el japonés Matsuyama y su compatriota, Kevin Kisner.
Una diferencia que consideraba “demasiado grande” para intentar darle la vuelta, aunque no estaba dispuesto a tirar la toalla. “Tengo que admitir sinceramente que mis opciones de ganar son prácticamente nulas, a no ser que suceda algo extraordiario el fin de semana”, reconocía, “aunque lo voy a intentar”.
Misión casi imposible
De hecho, Spieth estaba más cerca del ‘corte’ del torneo, que acabó siendo de +5 y que dejó fuera a los españoles Cabrera-Bello (+7), Sergio García (+8) y Pablo Larrazábal (+9), que de la cabeza. “Necesitaría hacer una vuelta de 54, pero el objetivo es entregar la tarjeta más baja posible, y a ver que sucede”.
Lo cierto es que el tejano, quizá consciente de que sus opciones de meterse en la lucha eran casi nulas, no tuvo un buen inicio de la tercera vuelta. Con seis hoyos jugados este sábado, ya acumulaba dos bogeys, en los hoyos 1 y 4, por lo que se iba a +5, y el puesto 63 provisional, todavía muy temprano en la vuelta.
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Los jugadores salen este sábado en grupos de tres jugadores. Y los dos líderes, Matsuyama y Kisner (-8) se agrupan con uno de sus perseguidores, el australiano Jason Day (-6), en la tercera plaza. Los tres tienen prevista la última salida del día, a las 14.00 horas locales, 20.00 horas en España.