Un Girona frustrado, por su mala fortuna y las decisiones del VAR, se quedó sin encadenar la sexta victoria consecutiva en Liga en Montilivi. Un punto salvó el conjunto de Míchel, que pese a no brillar como en otras ocasiones, mereció más, y al que le sacó de quicio el criterio arbitral.
Primero, con un penalti señalado por el colegiado que el VAR se encargó de dejar en nada. Pese a que Alende tocó el balón con el brazo en el área, no se decretó pena máxima. Y después, con un tanto anulado a Santi Bueno. La culpa, un fuera de juego por milímetros. Remó contra viento y marea el equipo catalán, que pese a ello se adelantó con una diana de Bustos en los primeros compases del segundo acto.
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No supo rematar la faena ni tampoco aguantar el resultado, porque Barreiro empató en el 79. A la desesperada, Bueno se topó con la madera y la acrobacia de Moreno no obtuvo la recompensa deseada.