Al Girona no le hace falta brillar para seguir ganando partidos. Estrenaba ayer el 2022 con una victoria en Huesca que le consolida en la lucha por el playoff. Sin un punta de referencia y mermado por las bajas, picó piedra hasta encontrar la magia de Samu Saiz. Y cuando le tocó sufrir, ahí apareció Ortolá.
Ausente el pichichi Stuani, se jugaba de entrada sin un nueve puro, con Samu y Baena como hombres más adelantados. Ante un rival compacto y decidido a esperar atrás, el Girona tocó y tocó. Tuvo paciencia, pero apenas llegó hasta pasado el descanso. El 10 se sacó un trallazo de la manga ante el que nada pudo hacer Andrés Fernández. Quedaba un mundo por delante, pero lo más difícil estaba hecho.
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Faltaba sobrevivir. Porque el Huesca no arrojó la toalla. Se lanzó con todo el equipo de casa y no empató de milagro. Pitta y Gaich pusieron a prueba los reflejos de Ortolá, titular por primera vez en Liga y un auténtico cerrojo.