Si hace una semana el estallido de alegría era bien merecido con el 1-2 en el campo del Espanyol, el encuentro del martes con el Málaga y el de anoche en el campo del Alcorcón confirman que el Girona no sólo está lejos de su esperada mejor versión, sino que ahora mismo hay motivos para la preocupación. Inofensivo, el equipo funciona a trompicones, genera poco peligro y le cuesta un montón hacer goles. Después de un primer acto en el que Marc Gual desperdició un penalti, pese a mejorar un poco en la segunda mitad un gol de Arribas en el tramo final fue decisivo.
Poco frecuentó el área de Dani Jiménez el conjunto gerundense, que sólo disparó un par de veces antes del descanso y en uno de ellos, la acción estaba invalidada por fuera de juego. En la segunda, el portero voló para rechazar un centro desde la banda izquierda y Yoel no acertó al cosechar el rechazo, rematando de cabeza para que Dani Jiménez evitara el gol a base de agilidad y reflejos
Tampoco es que el Alcorcón cerrase el Girona en su propio campo. Ni mucho menos. Pero sí disfrutó de la mejor oportunidad del primer tiempo. Un absurdo penalti por manos inocentes de Samu lo envió Marc Gual al larguero.
En el segundo tiempo, más de lo mismo. Mucha igualdad y poco futbol. Y cuando mejor estaba el Girona, ganando terreno al rival, eso sí, sin peligro real, el Alcorcón, daba un golpe definitivo al 83. Barbero hizo lo que quiso y envió un disparo que entre Juan Carlos y el travesaño escupieron. La defensa no supo rechazar el peligro y Arribas, más listo que nadie, marcó.
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Ya era demasiado tarde para pensar en arreglar el desaguisado. Segunda derrota seguida, cierre a un preocupante noviembre y nubes en el horizonte rojiblanco, obligado a reaccionar la próxima semana en la doble jornada ante Mirandés en Montilivi y la visita a Albacete.