El ambicioso proyecto del Girona naufraga cada vez que le toca jugar lejos de Montilivi. Inoperante en ataque, acumula regalos en defensa. Así se explica su nefasto bagaje en este arranque de liga. Ni un solo punto en tres desplazamientos.
El último fracaso, ante un Almería lanzado. Sekou fue una pesadilla para una zaga experimental, con Maffeo actuando como uno de los tres centrales. Hasta siete caras nuevas presentaban los rojiblancos. Pero nada funcionó. La única luz entre tanta sombra, el gol de Marc Gual. Peleó y peleó el atacante. Obtuvo su recompensa, pero de poco sirvió.
En la primera aproximación de los de casa, un testarazo de Sekou se tradujo en el 1-0. Premio merecido porque el Girona apenas inquietó. Despertó en el segundo acto, con el gol de Gual, quien cazó un mal despeje de René. Un absoluto espejismo.
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La entrada de Sáiz, Borja y Jonathan Soriano no sirvió de nada. Apenas se llegó arriba y se concedió demasiado atrás. Tras un remate al palo de Sekou, Lazo aprovechó la pasividad de la defensa y firmó el segundo. El 3-1, poco después, en un penalti dudoso que el VAR no revisó y que se cobró la expulsión de Juanpe. Sekou no falló.