La paciencia llevó al Girona a aguantar, toda la pasada temporada, a Eusebio Sacristán al frente del equipo. Todo el mundo conoce el desenlace y muchos se han preguntado qué es lo que habría pasado de haber movido ficha antes de tiempo. Este año, ya en Segunda, el club fue menos indulgente con Juan Carlos Unzué.
Apostó por su adiós tras doce partidos marcados por la irregularidad. Su marcha coincidió con el despertar del equipo que, con el paso de las semanas, se ha vuelto a dar de bruces con la realidad. La que habla de un conjunto que, con o sin Unzué, sigue sin ser regular. Los números de una y otra etapa son de lo más parejos y la mejora, aunque existe, es todavía insuficiente.
Planificación ambiciosa
Con un presupuesto de récord y la plantilla más cara de toda la categoría, el Girona decidió apostar por Unzué como entrenador. Se le aguantó doce partidos en el cargo. Perdió más (6) de los que ganó (5), a los que se les une un empate. Con el navarro se sumaron 16 puntos de 36 posibles. O lo que es lo mismo, un 44,5 por ciento de los que han habido en juego durante esta etapa. Menos de la mitad. El 4-2 encajado en Oviedo fue la gota de colmó el vaso.
Desde entonces el equipo ha disputado diez partidos. Nueve con Pep Lluís Martí y el restante, con un Juan Carlos Moreno que ejerció como técnico puente. Los números han mejorado levemente. Son 4 victorias, 3 empates y los mismos tropiezos. Un total de 15 puntos de 30 posibles. Justo la mitad. Ahora bien, a Unzué se le despidió con el Girona undécimo. La misma posición que ocupa ahora mismo. Es más, a día de hoy el ascenso directo está más lejos (8 puntos) que entonces (4).
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En otro orden de las cosas, la grada supletoria de Preferente ya estará abierta el próximo jueves para el partido contra el Extremadura. Esta zona del estadio se cerró a finales de diciembre debido a los fuertes vientos que afectaron la ciudad.