Juventud al poder en Montilivi

La incorporación de Yáser Asprilla confirma la apuesta de la dirección deportiva del Girona, liderada por Quique Cárcel, por un gran bloque de futbolistas de un máximo de 23 años a los que se les intuye un largo recorrido

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Así ha sido el primer día de Yaser Asprilla en el Girona / GIRONA FC

Jordi Bofill

¿Qué tienen en común Gabriel Misehouy (19 años), Jhon Solís (19), Iker Almena (20), Arnau Martínez (21), Alejandro Francés (22), Miguel Gutiérrez (23), Bryan Gil (23) y el flamante fichaje más caro de la historia de la entidad, ¿el extremo colombiano Yaser Asprilla (20)? Evidentemente, su juventud. Todos tienen un máximo de 23 años y un futuro brillante, empezando por Montilivi.

El Girona confirmó lo que era un secreto a voces: la incorporación de Asprilla procedente del Watford inglés hasta el 2030. Es el fichaje más caro de la historia del club, en una operación de 18 millones de euros que puede inflarse en los veinticinco millones según las variables. Además, según Fabrizio Romano, también se ha incluido un porcentaje de una futura venta. Un joven más con gran proyección para Míchel Sánchez, que ya cuenta con diez refuerzos. Y que aún espera un par más, si no hay sorpresas.

La dirección deportiva liderada por Quique Cárcel está consiguiendo crear una plantilla bastante equilibrada en lo que se refiere a la tipología de edades de sus componentes. Están los jugadores que aseguren rendimiento inmediato, expertos en mil batallas, ya los que se les considera veteranos, como Gazzaniga (32), Juan Carlos (36), Juanpe (33), David López (35), Blind (34), Oriol Romeu (33), Portu (32) o Stuani (38). Otros se encuentran en el punto de que suele definirse como más interesante de sus trayectorias, que en ningún caso sobrepasa los treinta años y que debería explotar su efectividad sobre los terrenos de juego. Hablamos de Yangel Herrera (26), Iván Martín (25), Abel Ruiz (24), Krejci (25), Van de Beek (27), Tsygankov (27), Valery (25) o Miovski (25). Y hay un tercer grupo, cada vez más numeroso, de jóvenes talentos que el club desarrolla para que vayan aportando pinceladas a la vez que progresen hasta llegar a la madurez futbolística. Nos detendremos aquí.

Mejora financiera

Estos futbolistas, aparte de la prioridad número o absoluta, que no es otra que la de rendir al campo en beneficio del Girona hasta que los colores de la camiseta digan lo contrario, también pueden suponer un rédito para la economía del club . A los gerundenses, definidos abiertamente como un club vendedor, ni les tiembla el pulso a la hora de hacer debutar a nadie con independencia del carnet de identidad, ni tampoco para abrirlos los lleves hacia otro destino. Santi Bueno tenía 24 años cuando dejó 12 millones para ir al Wolverhampton el pasado verano.

Por ahora, los valores de mercado de los jóvenes rojiblancos de un máximo de 23 años, según el portal web especializado Transfermarkt, es el siguiente: Misehouy, el futbolista más joven de la historia del Girona al marcar un gol en Primera, el pasado jueves en el Benito Villamarín, está cifrado en 1 millón de euros; Solís, que costó alrededor de los seis, en 3; Arnau, que acaba de renovar hasta 2027, en 10; Francés, en 4; Miguel, en 25; Gil, que está cedido, en 14; y Asprilla, en 9 (Almena no aparece).

En este baile de cifras, casualmente, destaca el hecho de que el Girona haya pagado cantidades tan elevadas por dos colombianos, Jhon Solís y Yáser Asprilla, que tienen una tasación bastante inferior a la inversión realizada. Cosas del nuevo fútbol.

Quique Cárcel siempre ha manifestado que la apuesta por este tipo de jugadores en Montilivi no es casualidad. Recientemente, el director deportivo dio el ejemplo de Yan Couto: un futbolista casi desconocido que se planta en Girona, donde dispone del entorno, la paciencia y la confianza necesarios para crecer y acaba explotando para acabar en un gran club. Y la lista es larga, aunque los rojiblancos aún no hayan extraído todo el jugo posible. Eso sí, el cambio es bestial, porque no hace mucho disponer de una nómina similar de talentos era inimaginable.

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Poco a poco, a pequeños grandes pasos, el club, que también proporciona un margen de error que quizás los jugadores no encontrarían en otros lugares, como elemento distintivo, condiciona un lenguaje y una filosofía propios que serán la base del Girona del futuro: la de un club que espera estar consolidado en Primera División.

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