Míchel Sánchez terminó "ofuscado" con el 0-0 que su equipo cosechó el domingo en Oviedo. No por el resultado, porque al fin y al cabo el Girona sumó en el Tartiere el primer punto como visitante de la temporada. Pero sí con el juego de los suyos. La idea que quiere transmitir no termina de funcionar. Se interpreta a medias. La posesión es rojiblanca, pero sirve de muy poco porque en ataque, el equipo es del todo inofensivo. La ecuación no sale. El conjunto que más pases enlaza es de los que menos chuta. Y así es imposible que lleguen los resultados esperados.
Después de siete jornadas, 3.467 son los pases que enlazan los jugadores del Girona. Una media de casi medio millar de pases por partido. Eso, directamente incrementa la posesión del grupo, que suele ganar este apartado cada fin de semana. Sin embargo, eso no significa que el dominio sea siempre para los de Míchel. Quedó claro en Oviedo. Pese a tener el balón, se sufría, sobre todo en el primer tiempo, por culpa de la verticalidad de un rival que en todo momento tuvo la situación controlada y gozó de buenas oportunidades para marcar.
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Es curioso porque pese a pasarse tantas veces el balón, los jugadores del Girona apenas rematan. Suman 53 chutes en esta Liga. Solamente el Fuenlabrada (51) y el Cartagena (44) acumulan menos. Los que más chutan están a años luz: Zaragoza (80), Sporting (79) y Málaga (76). De estos 53 remates, menos de la mitad han ido dirigidos entre los tres palos: 24. Eso explica que el Girona sea el tercer peor goleador de la categoría con 5 tantos.