Llueva o haga sol. Por la tarde o de noche. Da igual el rival. Al Girona no le sale lo del playoff por más veces que lo intente. Su sexta aventura ha empezado con muy mal pie y necesita un milagro para mantenerla con vida. La derrota en Montilivi ante el Eibar le obliga a ganar por dos goles, como mínimo, en Ipurúa. Toda una hazaña.
Decidió un golazo de Aketxe, que marcó desde su casa cerca de la media hora de juego. El 0-1 momentáneo hacía justicia a un conjunto, el de Garitano, que dominó el primer acto. Gozó incluso de dos clarísimas ocasiones para marcar: Arnau sacó el balón de encima la línea y Expósito mandó un zapatazo al larguero. Aunque todo cambió antes del descanso. Tejero vio dos amarillas en un santiamén y se marchó a la caseta.
Merecieron más
Movió ficha Míchel, dando entrada a Pablo Moreno e Iván Martín, y el Girona mejoró. Buscó el empate con ahínco, pero pese a disparar el contador de la posesión, se ahogó en la orilla. Le faltó velocidad y fue demasiado previsible. Pese a ello, pudo empatar con un cabezazo de Stuani que impactó con la madera.
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O con un tiro de Aleix que se marchó fuera por muy poco. El Eibar, mucho más conservador y con un hombre menos, se cerró y defendió con uñas y dientes. Juntó sus líneas e hizo imposible que Montilivi creyera en la remontada. Se pidieron más de un penalti y en la otra portería, alguna excursión peligrosa al contragolpe y poco más. No se movió el marcador, pese al empuje y la insistencia. El 0-1 complica, y mucho, las cosas para los catalanes.