Mantenerse es lo más importante. El Girona sacó de mérito en Valladolid (2-2), en un partido que tubo de todo, incluso polémica arbitral por la intervención del VAR, y que se mantuvo abierto hasta el final.
Tras romper la racha de 645 minutos de imbatibilidad de Jordi Masip con un gol de Bernardo antes del descanso, el Pucela complicó las cosas en la segunda parte con las dianas de Sergio León y Morci.
La primera fue revisada por un posible fuera de juego, aunque terminó subiendo al marcador.
Los de Míchel Sánchez, pero, no se dieron nunca por vencidos y Samu Saiz igualó de penalti después de que Arnau reclamara la pena máxima por una clara acción en el área que también precisó de la intervención del videoarbitraje.
A pesar de que no está acostumbrado, el Girona supo sufrir sin balón en uno de los estadios más difíciles de Segunda. Y lo mejor de todo: las opciones para aspirar a todo continúan vivas, demostrando que son capaces de competir ante cualquiera.
Incluso ante candidatos llamados al ascenso directo como lo es el equipo de Pacheta.
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Cabe añadir que el técnico rojiblanco fue baja por coronavirus y su segundo Salva Fúnez dirigió el equipo. Otro aspecto más para valorar.