No siempre suena la flauta. Stuani está para un roto y un descosido, pero depender en exceso de su olfato tiene estas cosas. El Girona mejoró, y más bien mucho, el viernes ante el Zaragoza. Se notó la inyección de garra e intensidad con la llegada de Francisco Rodríguez. La victoria no tuvo continuidad en Gijón.
Más que correcto partido del cuadro catalán, que pudo haber ganado, pero que pecó otra vez de una evidente falta de puntería. Un punto que le impide alimentar el sueño del ascenso directo, pero que le consolida en puestos de play-off cuando el calendario se agota.
Valery y Gallar fueron las novedad en un once que al poco se quedó sin uno de sus titulares. Tuvo Maffeo que abandonar el campo por lesión. Habrá que ver para cuánto tiempo tiene, pero parece que se perderá lo que queda de liga. No se vino abajo el Girona, que picó piedra a la caza de un gol que nunca llegó. Lo tuvo Stuani, el de siempre. En su partido oficial número 100 con la elástica rojiblanca, se inventó una vaselina que Mariño desbarató con la punta de sus dedos.
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Riesgo también tuvo que aparecer. Sobre todo en los minutos finales, cuando a los de Francisco se les acabaron las ideas y la gasolina. Sufrieron en los últimos compases. Antes, la imagen fue positiva. Los porteros decidieron, como también lo hubiera podido hacer una mano de Javi Fuego en el primer tiempo que ni el árbitro, ni tampoco el VAR, quisieron ver.