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Luces y sombras de la Supercopa de Arabia

El torneo cuadra las cuentas de la Federación y recupera seguimiento e impacto mediático

En cambio, no logra despejar las dudas sobre la idoneidad de Arabia como sede

Concluida la primera Supercopa de España a cuatro, disputada durante casi una semana en Yeda (Arabia Saudí) y ganada por el Real Madrid, que curiosamente no había sido ni campeón ni subcampeón de Liga o Copa el año pasado, la experiencia permite sacar varias conclusiones.

En el plano deportivo, la Supercopa ha deparado tres partidos de buen nivel: curiosamente, el equipo que mejor fútbol ofreció fue el Barça, que parece haber salido más perjudicado del torneo. En general, el foco del fútbol español se ha trasladado a Arabia durante casi una semana. En ese sentido, la apuesta de Luis Rubiales, presidente de la RFEF, ha sido ganadora. 

las cuentas cuadran

 

En lo económico, las cuentas de la RFEF cuadran perfectamente: 120 millones de euros de ingresos en tres años (a razón de 40 millones por temporada) que irán destinados a ayudar a los clubes de Segunda B y Tercera y a fomentar el fútbol femenino. 

La reunión de la junta directiva que la Federación mantuvo en su hotel de Yeda sirvió para aprobar las primeras subvenciones a los clubes modestos. Los ingresos por derechos de televisión han pasado de 2,4 a 11 millones de euros

Candidatura al Mundial 2030

Luis Rubiales también confía en esta nueva Supercopa como plataforma de lanzamiento de la candidatura de España y Portugal al Mundial de 2030: el viaje a Arabia podría interpretarse como el primer gran acto de campaña de la candidatura ibérica porque la RFEF invitó a miembros de las federaciones de 30 países a Yeda.

Tampoco faltó un emisario de la UEFA: Kevin Lamour, vicesecretario general del organismo europeo, también estuvo en Arabia. El trabajo de diplomacia deportiva ya ha empezado: en 2024, la FIFA anunciará dónde se disputa el Mundial de 2030.  

Aunque no se llenó en ninguno de los tres partidos, el estadio King Abdullah de Yeda (con capacidad para 62.000 espectadores) registró buenas entradas, con un promedio de 52.780 espectadores por partido. 

poco ambiente en la ciudad

El escenario estuvo a la altura de los participantes, aunque en la ciudad el ambiente futbolero que suele adornar este tipo de finales fue inexistente: en Arabia, el fútbol se suele ver en casa, de puertas adentro. Yeda tiene un interesante casco histórico, pero la ciudad no invita a pasear y el viaje desde España es largo y caro. La Supercopa acercó el fútbol a los aficionados árabes pero lo alejó de los socios de toda la vida.  

¿la sede ideal?

En el aspecto social, el proyecto de la RFEF ofrece más dudas: aunque el régimen de Arabia Saudí se esfuerza en modernizarse flexibilizando algunas leyes (las mujeres pueden conducir, tener pasaporte, abrir una cuenta corriente o acudir a un estadio de fútbol), la igualdad de género es toda una quimera. 

En una sociedad tan cerrada, el peso de las tradiciones familiares es enorme y aunque la ley ya se lo permita, la mayoría de las mujeres siguen sometidas a sus padres o maridos. El ‘niqab’, el velo que cubre toda la cara salvo los ojos, sigue siendo habitual en las mujeres saudíes: las que no lo llevan son una excepción. 

Muchos locales públicos mantienen entradas separadas: ‘single entrance’ para los hombres y ‘family entrance’ para las mujeres y los niños. En los hoteles, existen gimnasios masculinos y femeninos, y las piscinas son de uso exclusivamente masculino. Algo similar ocurre con las playas, muchas de ellas privadas. 

Las autoridades han flexibilizado el control de las redes sociales, pero las páginas webs de apuestas o de contenido sexual están estrictamente prohibidas. La censura es habitual (aunque curiosamente una de las series más vistas por los saudíes es ‘La casa de papel’, de origen español) y el cine empieza a llegar con cuentagotas. El alcohol está totalmente prohibido, aunque parece que a partir del mes de abril podría empezar a permitirse su consumo en algunos hoteles. 

las asignaturas pendientes de arabia saudí

Arabia tiene muchas asignaturas pendientes: el país mantiene vigente la pena de muerte y se persigue la homosexualidad. El asesinato del periodista disidente Jamal Khashoggi sigue manchando la reputación internacional del país, pero sorprende comprobar cómo buena parte de la población saudí defiende el asesinato del periodista, al que acusan de traidor. 

Arabia Saudí solo lleva tres meses abierta al turismo: en octubre de 2019 el gobierno decidió abrir sus fronteras, aunque de forma limitada a los ciudadanos de 49 países y solo durante 90 días

Todo se engloba en el proyecto Saudi Vision 2030, impulsado por el príncipe Mohammed bin Salam para modernizar el país y ampliar el foco de la economía, demasiado dependiente del petróleo.  

De Yeda a Riad

Se ha relajado la presencia de la Mutawa, la policía religiosa (llamada formalmente Comité para la Promoción de la Virtud y Prevención del Vicio), que hasta hace pocos meses podía obligar a cerrar a un comercio por no respetar las horas de oración o multar a una mujer por no portar el niqab. 

Ahora, cuentan algunos españoles residentes en Yeda, el papel de la Mutawa es meramente testimonial: solo puede actuar en horario de oficina y su capacidad de acción se limita a escribir informes. 

 

El próximo año, y con el mismo formato, la Supercopa regresará a Arabia para jugar en la capital del país, Riad.