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Mono Burgos, el abrupto final de una aventura demasiado corta

El ex ayudante de Simeone ha sido cesado como técnico del Newell's Old Boys

Su primera aventura en solitario en los banquillos ha durado poco más de dos meses

El ’Mono’ Burgos ya dirige a Newell’s sobre el terreno / | NOB

La primera experiencia de Germán Burgos como entrenador principal en el fútbol grande duró mucho menos de lo esperado y acabó de manera abrupta. Tras caer 0-1 ante Sarmiento de Junín y quedar eliminado de la Copa Argentina, la dirigencia del Newell's Old Boys de Rosario decidió despedir al ex ayudante de campo del Cholo Simeone sin esperar siquiera al encuentro de este jueves frente al Palestino de Chile por Copa Sudamericana. 

Lo peor del caso es que nadie se sorprendió por lo ocurrido. La trayectoria del popular Mono en el club rojinegro -al que llegó con el torneo argentino ya iniciado y el equipo cerrando la tabla de su zona- transcurrió marcada por la zozobra, las críticas y los resultados negativos. La derrota por 3-0 frente a Rosario Central en el clásico de la ciudad -sin duda, el más visceral de un país tan visceral como Argentina-, el pasado 2 de mayo, prácticamente había sentenciado su futuro.

El saldo final es la mejor demostración de su andar a los tumbos: 13 partidos, apenas 3 victorias, 5 empates y 5 derrotas. La Lepra acabó último en las posiciones de su grupo y ya quedó eliminado de las copas Sudamericana y Argentina. Deseoso de probar su capacidad para liderar un proyecto futbolístico propio, Burgos aceptó la propuesta de regresar después de más de 20 años de ausencia a su país haciendo caso omiso a las complicaciones y los obstáculos que implicaba hacerse cargo de un club importante como Newell's, cuyas vitrinas exhiben la mayor cantidad de títulos nacionales entre todas las entidades que no son de Buenos Aires y su entorno. 

Pero desde su llegada, el Mono se encontró con problemas de todo tipo. El primero y más grave para su intento de armar un equipo competitivo fue una plantilla muy golpeada y mal conformada, en la cual los que saben (Maxi Rodríguez, Pablo Pérez, Nacho Scocco, Fernando Belluschi...) son ya veteranos que no pueden soportar el ritmo de dos partidos semanales con viajes incluidos, y los más jóvenes no alcanzan niveles de calidad individual suficientes para brindar alternativas fiables

Partiendo desde esa base, Burgos nunca pudo lograr estabilidad. Antes de aterrizar en Rosario había pedido tiempo para “encontrar el equipo” antes de definir la identidad de juego o el estilo que más se ajustara a lo que había en el vestuario. Pero no tuvo nada de lo que pretendía. Ni tiempo, ni resultados, ni respuestas adecuadas de los jugadores dentro del campo. La consecuencia fue un conjunto escaso de ideas, carente de funcionamiento y que en cada partido fue apostando más por protegerse en defensa, lo que acrecentó el enfado de los hinchas

Sofocar los problemas desde el discurso

Inexperto en el papel de líder, el Mono tampoco tuvo la habilidad suficiente para intentar sofocar la tormenta desde lo discursivo. Sus declaraciones en las ruedas de prensa, en la que parecía negar la evidencia de un equipo que jugaba mal y solo apelaba a exaltar la entrega de sus dirigidos, estuvo lejos de ser el salvavidas necesario para atravesar esta parte de la temporada y así poder resetear y empezar desde cero cuando comience la próxima, después de la Copa América.

Si faltaba algo para empeorar la situación, los problemas económicos y dirigenciales que desde hace años envuelven al club rojinegro volvieron a salir a la luz debido a la postergación de las elecciones previstas para el 25 de abril. La llegada de nuevas autoridades se veía como un paso indispensable para recuperar cierta normalidad y encauzar el futuro, pero la fortísima segunda ola de pandemia que vive el país obligó a suspenderlas, y con la sucesión de derrotas en el campo la institución volvió a ser un hervidero.

La derrota frente a Sarmiento, el golpe definitivo

 

Con todo ese bagaje en contra, Newell's se presentó el lunes ante el modesto Sarmiento de Junín con la intención de darse una alegría, seguir adelante en la Copa Argentina y aliviar la tensión en torno al equipo. El resultado fue un golpe más, el del KO definitivo. El fútbol argentino es voraz con los entrenadores que no consiguen éxitos inmediatos y brinda muy pocas opciones para recuperarse. Germán Burgos no logró aprovechar las suyas -un triunfo en el clásico le hubiera dado aire, por ejemplo- y su aventura acabó demasiado pronto. Batallador como siempre ha sido, seguramente ya estará pensando en buscar la revancha.