Solo tiene 20 años, mide 1,94 cm y es capaz de dejar sentado a cualquier rival. La potencia y la calidad de Haaland, sobradamente demostrada cada vez que salta al campo, fascinan a los más entendidos. Espigado como pocos, sorprende por su velocidad que le permite generarse un sinfín de ocasiones en cada encuentro y además, cuando tiene que regatear, saca su abanico de recursos para encontrarse con las mejores situaciones de disparo para terminar definiendo sin pestañear.
Ayer, ante un reto mayúsculo, tumbar al Leipzig en la final de la Copa Alemana, Haaland volvió a demostrar que ha llegado para comerse el mundo. No le quedó grande la ocasión, podía alzar su primer título con el Borussia Dortmund antes de, quien sabe, abandonar la entidad este verano, y lo hizo. 1-4 para llevarse el trofeo a casa y cumplir su objetivo.
Corría el minuto 29 cuando, aunque ya iban ganando gracias al tanto de Jadon Sancho, el otro héroe de la final, se zafó con maestría del reciente fichaje estrella del Bayern de Múnich pretendido por media Europa, Dayot Upamecano, para ampliar la ventaja. Lo lanzó al suelo como si jugara contra juveniles, poniendo el cuerpo con maestría para después colocarla donde el portero no pudo llegar.
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Este verano se prevé más que movido en el Dortmund, pero ¿Quién no querría contar con un delantero como Haaland? El doblete del pasado jueves significaba su gol número 38 en 38 encuentros. ¡Qué barbaridad!