En Bélgica se ha vivido uno de esos sucesos que no tienen que ocurrir nunca en el mundo del fútbol. Se disputaba el partido entre el Anderlech y el Standard de Lieja y el protagonista era Defour. Antes de fichar por el Anderlech, Defour jugaba en el Standard y su traspaso no sentó nada bien a su antigua afición.
Su descontento lo mostraron con una lamentable pancarta que ocupaba gran parte del fondo del estadio con la imagen de Defour decapitado. El jugador, harto de recibir insultos y amenazas durante el partido, lanzó un balón al público y el árbitro le enseñó la segunda tarjeta amarilla y fue expulsado.
El centrocampista no se lo creía y no quería abandonar el terreno de juego. Acto seguido, los ultras del Anderlech, muy enfadados con la expulsión, empezaron a arrancar sillas de su fondo y a tirarlas al terreno de juego hasta que Proto fue a rogarles que pararan.
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El partido terminó con victoria del Standard por 2-0.