Plantó el balón, barrera sobrepoblada de Colombia. Leo se acercó al balón, chutó con fuerza y colocación y el esférico voló hasta el larguero, cerquita de la escuadra izquierda de Ospina y entró dentro. Una falta magistral solo a la altura de un genio como Leo.
Él se lo guisó y él se lo comió. El propio astro argentino provocó una falta peligrosísimo al borde del área colombiana. Después de un par de avisos del conjunto 'cafetero' que provocaron el 'run-run' en la grada del Bicentenario de San Juan, Messi surgió, como siempre, de la nada, silencioso, con su aguja de escorpión a punto para inyectar el veneno de forma sutil pero mortífera.
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Lo intentó en el duelo frente a Brasil de media distancia, pero en esa ocasión esa zurda prodigiosa que D10S le ha dado no quiso que se colara en las mallas del arco brasileño. Esta vez, la estirada de Ospina fue en vano porque el balón iba, literalmente, teledirigido. La trayectoria que trazó el esférico fue deliciosa, arqueándose a medida que se acercaba, tocada pero potente, a la portería del guardameta del Arsenal, que siempre podrá decir, eso sí, que salió en la foto de otra obra de arte del más grande.