El abreboca del año futbolístico en Brasil es la Copa Sao Paulo de Juniores, la tradicional ‘Copinha’, que este año llega a su 51ª edición. Un torneo al sprint, de desgaste, jugado en terrenos de juego demasiadas veces en muy precarias condiciones, en el que los finalistas encararán nueve partidos en 21 días.
Y todo en condiciones climáticas extremas en medio del verano tropical en enero con la combinación de altísimas temperaturas y aguaceros bíblicos. Es una alegoría al ‘futebol raíz’, o sea al fútbol de antaño practicado en cualquier circunstancia y esto enloquece a los torcedores que odian todo lo que representa la modernidad.
UNA COMPETICIÓN MUY SINGULAR
No hay en el mundo, un torneo juvenil de estas características. Este año, en 32 sedes, participan 128 equipos, que van desde las escuadras más potentes del país, a clubes fantasmas llegados de todos los rincones de Brasil, muchas veces patrocinados por empresarios que quieren mostrar sus ‘productos’. La ‘Copinha’ es un gran bazar, en la que ojeadores locales e internacionales intentan discernir diamantes y piedras preciosas entre los casi 3.000 jugadores nacidos hasta 2001 que juegan esta edición.
La presencia de la televisión, que trasmite una gran cantidad de encuentros ahora que el fútbol profesional está de vacaciones, y el interés al unísono de todas las torcidas en ver a sus juveniles ganando a su eterno rival inyectan presión hasta el límite. Y todos jugando como si no hubiera mañana, convocando a futbolistas que ya están en el primer equipo. Lo más importante no es la formación sino levantar el título el día 25, que es cuando se disputa la final coincidiendo con el aniversario de la fundación de Sao Paulo.
¿CUÁL ES EL MEJOR APARADOR PARA UN FUTURO ASTRO?
Para cultivar el talento y hacer crecer a los candidatos a crack están el Campeonato Brasileño Sub-20 y Sub-17 y la Copa do Brasil de ambas categorías, competiciones que organiza la CBF desde hace menos de una década. Allí es donde verdaderamente, los cazatalentos tienen que realizar su trabajo.
El error es seguir creyendo que la ‘Copinha’ en la fiebre del oro, como sí ocurría tiempo atrás, cuando era imposible ver a los mejores juveniles del país, ya que no había torneos nacionales. Tampoco se pueden sacar conclusiones definitivas en tres semanas de competición pura y dura. Los nombres que se detecten deben trabajarse en los próximos meses y no caer en la precipitación, empujados por la presión de los agentes que quieren hacer negocios ‘just in time’.
EL BARCELONA Y LA COPINHA, UNA HISTORIA DE DESENCUENTROS
El Barça ha cometido errores de bulto en las dos últimas ediciones (no se disputó la de 2021 por la pandemia), a causa del atropello de sus scouters, que avalaron, de prisa y corriendo, fichajes que acabaron siendo fallidos: como el de Gustavo Maia, porque en 2020 tuvo un ramalazo y marcó tres tantos en siete encuentros, o el de Gabriel Novaes, campeón con el Sao Paulo y artillero con 10 tantos en 2019, que días después llegó cedido al Barça B. Ninguno de los dos entraban en los planes del Tricolor del Morumbi, que no pensaba en subirlos, a corto plazo, al primer equipo.
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Hay que saber interpretar los meandros de la ‘Copinha’, donde hay futbolistas de incuestionable talento. Muchos de los jugadores que ahora están en la Seleçao (Neymar Jr., Gabriel Jesus, Vinicius Jr., Casemiro, Alisson, Marquinhos…) la han disputado, pero ninguno de ellos fue negociado acto seguido. Al loro, pues.