Una victoria cómoda, placida y sin sufrimiento antes de que al Leverkusen se le meta una piedra en el zapato. Sí, esa piedra es el Inter de Conte. Los de Bosz, que venían con un 1-3 a favor en la ida, tan solo tuvieron que certificar el billete y lo hicieron ganando ante un Rangers que ni siquiera fue capaz de plantar cara.
Los alemanes fueron muy superiores y solo la desgana arriba evitó una goleada. Havertz las tuvo de todos los colores pero no fue su día. Tampoco hizo falta. Los escoceses no solo no dieron síntomas de llevarse la eliminatoria, sino que tampoco pudieron hacer nada por despedirse con victoria. Decidió el tanto de Diaby.
El Leverkusen se hizo con el balón desde el pitido inicial y ya no lo soltó. Soberano monopolio de un equipo que lo movió y movió como quiso ante un Rangers que lo tocó cuando ya había pasado la primera media hora de partido. Bien encerrado atrás, los de Gerrard se dedicaron a esperar las acometidas del rival, incapaces de salir con balón jugado ante la insistente presión germana. En esas, el Bayer supo ser paciente hasta gozar de suficientes ocasiones claras para abrir la lata antes de descanso. Havertz, con un trallazo al larguero, y un uno contra uno que un jugador de su clase no puede fallar, fue el que más lo intentó.
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Luego en la segunda mitad llegó lo que tenía que llegar. Volland la puso picadita y Diaby, con la diestra, remató a la red. Gol más que merecido que dejaba la eliminatoria, si no lo estaba ya antes, vista para sentencia. El tanto no trastocó los planes de ambos conjuntos, que mantuvieron la misma hoja de ruta incluso con los cambios. Havertz tuvo el 2-0 con otro uno contra uno. Solo al final el Rangers trató de despertar. Tapsoba sacó una bajo palos en un grave error de Hradecky. Fue lo más claro de un rival que no fue rival para el Leverkusen.