No dejó lugar para las sorpresas el Eintracht de Frankfurt, que ganó al West Ham con una diana de Borré, en la primera mitad, para meterse en la final de la Europa League.
Cuando todo parecía que empezaba torcido para los alemanes, el partido dio un vuelco que sentenciaría la eliminatoria. Se lesionó Hinteregger, pero, acto seguido, Cresswell vio la tarjeta roja que sería la tumba del West Ham.
A partir de ahí, no existió el equipo londinense. Con la ventaja que arrastraban de la ida y el viento a favor, al Eintracht sólo le bastó con percutir un poco para hallar el premio. En una internada hasta línea de fondo, los germanos hallaron a Borré, libre de marca, en el corazón del área, para que batiera a Areola.
Las gradas del estadio del Eintracht no lograron amilanar a un West Ham que moriría en la orilla rival, atacando con mucho más corazón que cabeza. Sin fluidez en el juego, los ingleses trataron de percutir, durante la segunda mitad, aunque sin éxito.
Por su lado, los germanos supieron contemporizar con el balón, aguantar sin él y provocar las broncas necesarias para que el cronómetro corriese sin la menor de las consecuencias para ellos.
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Con varios tiros del West Ham que Trapp rechazó murió una eliminatoria que venía ya marcada de Londres y que certificó el pase de los alemanes a la final de Sevilla.