La entrada de los jugadores al vestuario del Stade de Bordeaux dejó preocupado a Vicente del Bosque. El técnico vio al equipo excesivamente tocado por una derrota que, al fin y al cabo, no significaba la eliminación. Era un golpe inesperado, pero asumible. Sin embargo, el estado anímico era muy bajo. El staff y los doctores hablaron y rápidamente decidieron que el equipo debía cambiar de chip.
La decisión fue dejar que los jugadores abandonaran el hotel, durmieran en otros hoteles de la Isla de Ré si les apetecía para volverse a reunir de nuevo por la noche. Un día de desconexión absoluta como plan de choque para que la mente se oxigenara.
Barbacoa o paseo
Los jugadores decidieron diferentes maneras para pasar el tiempo libre. Los que tienen a sus familias instaladas en hoteles de la isla salieron a descubrir este paraje. Fue el caso, por ejemplo, de Bartra o Busquets con sus parejas e hijos que, junto a Thiago se dieron una vuelta por Saint Martin de Ré. Lo mismo hizo Jordi Alba con su pareja, formando un grupo de color azulgrana. Otros futbolistas que disfrutaron del aire libre y la naturaleza de la tranquila isla fueron David Silva o Nolito.
Por su parte, otros internacionales que no están acompañados o preferían la tranquilidad del hotel, se quedaron en el ‘resort’ de la selección, donde les prepararon una barbacoa. Fue un almuerzo tranquilo para cargar baterías antes de seguir descansando por la tarde con una larga siesta.
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El equipo técnico de Del Bosque sí que siguió trabajando, viendo vídeos y analizando errores para mejorar ante Italia. Es habitual que el seleccionador revise con su equipo el partido del día anterior y empiece a analizar los detallados informes del rival. En este caso una Italia a la que Vicente conoce perfectamente.