Rumanía necesitaba a toda costa puntuar para no quedar definitivamente descolgada de la Eurocopa, pero los de Iordanescu no se volvieron locos y fueron fieles a su estilo: sólidos atrás, dinámicos con el balón y veloces a la contra. Enfrente, Suiza volvió a evidenciar carencias en el aspecto ofensivo y el mejor ejemplo fue Seferovic, que falló dos ocasiones claras en los primeros minutos de partido.
Un absurdo penalti de Lichsteiner por un agarrón sobre Chipciu provocó que Stancu adelantara a los suyos de penalti, lo cual permitió a Rumanía hacer lo que mejor sabe. Y casi les sale bien la jugada.
Diez minutos después del gol, Sapunaru pudo finiquitar el partido con un disparo a bocajarro que se estrelló en el exterior del palo y nada más comenzar la segunda parte, un tiro de Keseru se paseó por delante de la línea de gol.
Rumanía no sentenció y eso dio alas a Suiza, que sudó, pero logró el empate en una jugada a balón parado. Mehmedi aprovechó un balón descolgado al saque de un córner para sacarse una potente volea que se coló en las mallas de Tatarasanu.
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La batalla había sido intensa y el empate goloso para las dos selecciones, lo que hizo que la intensidad del partido decayera muchos enteros. Los banquillos trataron de reactivar a sus equipos, pero faltaban fuerzas e ideas y la sangre nueva no aportó lo necesario.