Un punto que es novedad y que tiene sabor agridulce. El Espanyol logró puntuar por primera vez en el RCDE Stadium esta temporada, pero no pudo pasar del empate ante el correoso Getafe de Bordalás. Los madrileños dominaron el primer tiempo tras el fogonazo inicial de Mata, pero Wu Lei, el mejor de los blanquiazules, logró la igualada al filo del descanso. El delantero chino, que fue una pesadilla para Cabrera, no fue suficiente para que los catalanes lograran el primer triunfo del curso como anfitrión. Un bagaje muy pobre para un Espanyol que tiene la salvación a cinco puntos.
Se lo habían tomado como una final, aunque Machín insistiera en no calificarlo como tal. Y la empezaron perdiendo casi sin salir de vestuarios. Lejos de entrar al campo mordiendo, presionando, marcando terreno, el Espanyol saltó al verde paralizado, congelado por la presión. Ese desastroso inicio obtuvo como recompensa el 0-1 del Getafe en un santiamén. Cucurella avisó con un zurdazo a la escuadra que Diego López repelió in extremis, pero el salvavidas blanquiazul no pudo hacer nada ante el certero testarazo de Jaime Mata a renglón seguido. Fallo grave de Calero en la marca a un centro bastante simple.
El jarro de agua fría, evidente. El Getafe pasó a jugar a lo que quería en todo momento. Machín fió el devenir de los blanquiazules a la velocidad y a las bandas, una apuesta que el equipo de Bordalás contrarrestó sin despeinarse, más cómodo que en el sofá de su casa. Sin daño por los flancos, los centros se perdían en el limbo, y solo David López puso en apuros a Soria con un testarazo que el meta azulón despejó sobre la línea. Las balas pericas tenían las alas cortadas, y el miedo se apoderó del RCDE Stadium en un remate de Ángel que bien pudo significar el 0-2.
Wu Lei al rescate
El Getafe, en su salsa al no haber ritmo de juego, encontró el antídoto para el veneno perico. Pero no para Wu Lei. El delantero chino, una isla en el Golfo de Tonkín, se las vio y se las deseó para batallar con la zaga azulona. Desaparecido en combate el mediocampo catalán, sólo la velocidad y pundonor del ariete oriental puso en jaque el muro madrileño. Y de sus botas, contra todo pronóstico, llegó el 1-1 a instantes del descanso. La pizarra de Machín dio luz verde a una peinada de Bernardo en un córner que Wu Lei tocó para perforar el marco getafense.
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Trabada. La segunda parte se jugó al tuntún, de voleón en voléon, testimonial el centro del campo. Con varios rifirrafes, el duelo se recrudeció. En esas, donde cada metro era un Vietnam y la victoria estaba en un puño, Jorge Molina envió su latigazo a la madera para susto mayo de la parroquia blanquiazul. En el otro área, Cabrera vivió un malsueño con Wu Lei. El referente atacante de los catalanes amargó la mañana a su par, pero la fatiga hizo mella en sendos mano a mano que Soria resolvió bien. Fueron las únicas, aunque claras, de un Espanyol que recobró la sensación de sobriedad pero se quedó a las puertas del primer triunfo en casa.