Kilian Jornet seguirá teniendo el Everest entre ceja y ceja. Pese a no haber podido coronar esta vez, para completar su desafío personal, ‘Summits of my life’, el catalán vuelve satisfecho de Nepal.
“La sensación de la expedición es muy positiva aunque no pudiéramos llegar a la cima. Seguro que nos servirá en un nuevo intento en el futuro”, escribe Jornet en su blog (www.summitsofmylife.com).
“Hemos visto las cosas que han funcionado y las que se deberían cambiar. Hemos aprendido y, personalmente, he crecido como alpinista”, prosigue Kilian, que no esconde también que, junto a sus compañeros de aventura, Seb Montaz Rosset, Jodi Tosas y Vivian Bruchez, siente al mismo tiempo “una cierta frustración. Estábamos bien aclimatados para poder subir sin tomar riesgos muy elevados”.
Pero el Everest, como siempre, tuvo la última palabra. “Las condiciones meteorológicas no eran propicias y el peligro de aludes en las partes altas seguía siendo muy elevado”, explica el catalán, que logró llegar hasta los 7.950 metros por la vía habitual.
Unos días antes había subido algo menos (7.700) por la cara Norte, partiendo del monasterio de Rombuk, que era el trayecto planeado para establecer una nueva marca. “Es una sensación increíble estar solo en una montaña tan grande”, confiesa Kilian.
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Pero, como no hay mal que por bien no venga, el viaje le permitió comprobar cómo iban las tareas de reconstrucción, en las que ha colaborado con la ONG SOS Himalaya, en Langtang tras el terrible terremoto que asoló el valle hace un año.