Historia SPORT
DEPORTE EXTREMO
El ascenso al Everest nunca antes imaginado
La expedición inclusiva del CIM Project subirá hasta los pies del pico más alto del mundo
Imágenes de la expedición al Everest 2024 / CIM Project
Xavier Zapater
"Los límites existen, pero a menudo están más lejos de lo que crees". Subir a los pies del Everest es algo impensable para mucha gente, pero bajo este lema la expedición del Club Inclusiu de Muntanya (CIM Project) está dispuesta a lograr un nuevo hito, nunca antes conseguido. Llegar al campo base del pico más alto del mundo, con un grupo inclusivo. Un sueño para cualquier amante de la naturaleza, y los sueños no entienden de exclusión.
Este pasado 1 de noviembre fue el día señalado para que las 31 personas del CIM Project emprendieran el camino al viaje de sus vidas. 31 personas con distintas capacidades unidas por un mismo objetivo. Excursionistas con autismo, movilidad reducida, dolor crónico, discapacidad visual o fibromialgia que quieren poner en valor la fuerza de la diversidad humana. En el entorno más especial, en la cordillera más alta del planeta todos son iguales. Técnicos y voluntarios forman parte del grupo, pero no van con la función de acompañar a personas con discapacidad o diversidad, sino que son uno más de ellos.
Mayte Serrat, presidenta del CIM Project y organizadora del reto explica así la relación que se vive en el club: “Lo que nos preguntamos es: qué puedo hacer yo para ayudarte a ti y qué puedes hacer tú para ayudarme a mí, sin importar si tenemos alguna discapacidad o no”. La implicación necesaria para lograr alcanzar unos objetivos al alcance de pocos. El ascenso a los pies del Everest es la siguiente de sus hazañas.
Imágenes de expediciones previsas / CIM Project
Sueños nunca antes imaginados
La expedición, con punto de partida en el Aeroport del Prat, comenzó con un vuelo a Katmandú, donde pasaron la noche antes de viajar a Phakding. Durante más de dos semanas el equipo caminará por tierras nepalíes hasta llegar al Campo Base del Everest, a 5.350m, donde harán un trekking para, posteriormente finalizar su trayecto en Lukla. Una idea inimaginable para los miembros del CIM Project. “Algunos no se podían levantar de la cama hace años, por eso nos gusta decir que cumplimos sueños nunca imaginados”, explica su presidenta. Pero ella lo tenía claro: “Ya éramos una entidad sin ánimo de lucro, que lo que quiere es facilitar que cualquier persona haga montaña. Este reto es una forma de romper las barreras sociales que hay con la discapacidad y la diversidad. Ya habíamos subido a la Pica d'Estats o Bastiments, pero ir, con una gran expedición, al Campo Base del Everest, donde hay gente sin discapacidad que no le puede hacer frente suponía un gran reto”.
La expedición la forman personas que ya hacían montañismo antes de sufrir alguna enfermedad y que vieron truncados sus sueños de un día para otro, pero también otras que no habían practicado nunca este deporte y han recurrido a él de forma terapéutica.
El grupo de CIM Project en expediciones anteriores / CIM Project
Para enfrentarse a un desafío de tal magnitud, sin embargo, hay que estar preparado. No se trata de una mera cuestión física. Estar listo mentalmente para subir al campo base del Everest no es fácil y menos para gente que lucha día a día contra su discapacidad o enfermedad. “Hemos hecho un trabajo psicológico muy importante” afirma Mayte Serrat, que es, además, doctora, fisioterapeuta y psicóloga de la Unitat d’Expertesa de Síndromes de Sensibilització Central de l’Hospital de la Vall d’Hebrón.
Hasta 20 personas para mover una silla
Las experiencias anteriores le aportan seguridad a la expedición. Subir con éxito hasta los más de 3000m de la Pica d’Estats, los 2800 de Bastiments o los 2500 del Pedraforca demuestra que son capaces de grandes cosas. Para preparar esta expedición, además han realizado ya ascensos hasta los 4.200m en el Tubqal y conocen cuál es la clave de su éxito. “En equipo, con ayuda mutua, colaboración, empatía y respeto queremos ver si podemos superar nuestros límites y cumplir nuestros sueños” cuenta Mayte. Eso sí, reconoce que hay límites: “No somos partidarios del eslogan de romper las barreras físicas ni de transgredir los límites. Los límites existen, son necesarios y hay que conocerlos, pero lo que queremos es romper las barreras sociales de lo que representa la discapacidad”.
Silla Joëlette en plena expedición / CIM Project
La receta para lograr sus sueños la tienen clara: el compañerismo va por delante de todo. El mayor ejemplo de esto es que, entre los miembros de la expedición se encuentran personas que no pueden subir por sí mismas y necesitan de sus acompañantes para conseguir el objetivo. Es gente aventurera que, por un motivo u otro tiene que desplazarse en silla de ruedas y que gracias a iniciativas como esta puede llegar a subir hasta el Campo Base del pico más alto del Himalaya. No se desplazan en una silla convencional. Para moverse por la montaña disponen de las llamadas “sillas Joëlette”, con una única rueda todoterreno y soportes para tirar de ella. “En grandes expediciones podemos llegar a ser 20 personas para una sola silla… Hay personas que se enganchan y tiran directamente de ella, pero también hay otras que empujan por detrás y un tercer grupo de soporte para los que empujan. Además de los relevos. Una auténtica cadena humana”, afirma Serrat.
Everest CIM Project / CIM Project
Como es lógico han tenido que vivir situaciones complicadas y superar obstáculos, pero eso no les impide seguir haciendo lo que más les gusta y la seguridad siempre está garantizada: “Nos hemos encontrado bloques de piedra que no sabes ni como lo subirías tú, hemos tenido que arrastrar y tirar la silla por la nieve o, en ocasiones hemos tenido que hacer frente a excursiones de siete u ocho horas sin relevos”, cuenta Mayte.
La sociedad no está preparada para la inclusión
Con todo, CIM Project quiere ser un reflejo de lo que debería ser la sociedad. Se trata de una entidad pequeña, pero que lucha por aportar su granito de arena para cambiar grandes cosas. En el club hay personas con diversidad y discapacidad que están en la junta directiva, que son responsables de un grupo o de una salida. “Miramos qué limitaciones tienes y cómo las podemos suplir, qué capacidades tienes y cómo las podemos potenciar”, cuenta su presidenta. Un ejercicio de verdadera inclusión, ya que como añade “afortunadamente cada vez se habla más de inclusión, pero no es una inclusión real…… En muchos casos es integración, no inclusión. Si en un área de inclusión solo van personas con discapacidad no es inclusión”.
El club quiere demostrar que la sociedad no está preparada para la inclusión de personas con diversidad, discapacidad o para aquellas con problemas neurodivergentes. “Hay una norma, un rol y las personas que no lo siguen, son apartadas, mal vistas, no encajan… Y eso genera un gran sufrimiento para ellas”, afirma Serrat. Iniciativas como la del CIM Project demuestran que hay que dar un paso más. Superar grandes retos, como el que empezó este 1 de noviembre, sirven para mandar un mensaje de esperanza y reclamar la inclusión de todos. Tal y como afirma Mayte Serrat: “La diversidad es nuestro motor de vida, nuestro motor para seguir funcionando”.
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