Con toda seguridad, los jugadores del Olympique de Marsella hubieran elegido cualquier otro partido de los 16 que acumulaban sin perder de forma consecutiva para acabar con la racha. Pero el día llegó en el Parc Olympique Lyonnais y el encargado de acabar con ella fue Aouar. Un gol de la joven perla significó el triunfo y el billete a semifinales para los lioneses.
El 0-0 con el que se llegó al descanso fue el fiel reflejo de lo que había ocurrido en el terreno de juego. Nada. El Olympique de Lyon, delante de toda su afición, en su campo, en una eliminatoria a partido único donde este hecho es diferencial no tiró ni una sola vez a puerta en 45 minutos.
Tampoco estaba para tirar cohetes un Marsella al que ya le iba bien ese ritmo de partido y la comodidad de la ley del mínimo esfuerzo. La eliminatoria era larga y a Villas-Boas le gustan este tipo de situaciones. En resumen, lo que esperaba ser uno de los partidos del año en Francia se estaba convirtiendo en una pesadilla para el espectador.
El gafe era tal de cara a puerta que ni Dembélé desde la pena máxima podía abrir la lata. Tuvo que ser Aouar en una de las pocas jugadas donde pudo ser trascendental quien evitara que el partido se fuera irremediablemente a la prórroga. Recibió un balón dentro del área y no perdonó en el 81 de partido.
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Aouar ya se había vestido de héroe en la ronda anterior con un gol en el añadido desde los once metros. Si el Lyon está donde está es gracias a él. Aunque si aparece algo más también se lo agradecerán.