Era el primer Clásico para Antoine Griezmann, que sintió en su piel qué se siente medirse al Real Madrid vistiendo la camiseta azulgrana. Acompañó en ataque, como estaba previsto, a Luis Suárez y a Leo Messi, aunque ya se sabe que el argentino siempre aparece por atrás.
En los primeros compases del partido fue el jugador del Barça que más y mejor se rebeló contra el dominio del Madrid. Sin balón para el Barça, difícilmente sus hombres de punta pueden intervenir. Sin embargo, Griezmann es diferente a Suárez y Messi. Sí, porque el francés baja, se implica en tareas defensivas y en ese papel tocó más balones que sus compañeros de vanguardia.
Encarando siempre a Carvajal, tanto en ataque como en defensa, mostró una gran movilidad y en muchas acciones lo vimos incluso yendo a la otra parte del campo para intervenir y hacerse con el balón. El fue quien inició la primera jugada de peligro del Barça a la media hora en las botas de Messi.
Es verdad que erró dos o tres pases muy comprometidos, tan cierto como que se implicó en el robo del balón y en la presión. Pasados los sesenta minutos, con más espacios y menos corsés defensivos, tuvo sus dos mejores intervenciones. Superó a Carvajal dentro del área con un toque sutil, pero la cosa no pasó a mayores. Y poco después disparó a puerta tras una pared con Luis Suárez. Fue su mejor acción ofensiva.
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Cansado por tanto trabajo, Valverde decidió sustituirlo a los 82 minutos para darle frescura al equipo con Ansu Fati.