El 1x1 del Barça ante el Real Madrid

Solo entró en juego con los pies, siempre bien, siempre preciso y generador, hasta el minuto 55, cuando voló para poner la mano a un disparo de Isco que iba a la cruceta. Paradón. Pero nada pudo hacer ante Vinicius y Mariano. Demasiado castigo.

Desde el primer minuto protagonizó un duelo espectacular con Vinicius. Supo frenarle y, además, le exigió cuando subía al ataque. El portugués forzó una amarilla para el madridista. Solo erró una vez ante el brasileño y acabó en gol. 

Impresionante por alto, por bajo, cortando, secando... El líder de la defensa. Además, salió jugando con criterio. El Bernabéu y sus pitos sacan lo mejor del central. Evitó un gol de Isco en la línea. Intentó evitar el gol de Vinicius y acabó siendo clave para que subiera al marcador.

No se complicó la vida, jugó fácil y sacó rápido. Necesitó mantener siempre la tensión ante los movimientos constantes de Benzema. Mariano le retrató en el segundo del Madrid.

Arrancó algo cauto porque salía de una lesión, pero pronto empezó a mostrarse intenso. Vio la amarilla tras un conato de pelea con Carvajal. Asistió a Griezmann, que erró solo en el área. Acabó agotado por salir de una lesión y la segunda mitad fue floja.

Fue el inicio de todo, el nexo de unión entre el centro del campo y el ataque, al que nutrió con pases milimétricos que rompían líneas. Exhibición de recursos y clase que no tuvo continuidad en la segunda, donde sufrio muchísimo.

Supo dar velocidad o pausa dependiendo del momento. Feroz en defensa, movió con criterio y astucia desde la posición de interior izquierdo. Su influencia, sin embargo, bajó mucho en la segunda mitad. 

El balón parece engancharse a sus botas cuando pasa por él. No sabe perderlo y ofrece soluciones sin fin a sus compañeros. Es pura frescura para la medular. Courtois le ganó un uno contra uno. En la segunda sufrió porque el Madrid apretó mucho más y tuvo que ser cambiado. El físico no le da para noventa minutos.

Participó mucho tocando en corto y habilitando las subidas de Semedo. Buscó no complicarse la vida nunca, pero no es el más técnico de la plantilla y sufre con el blaón. Desafina la partitura del resto.

Cuando le llega el balón, se hace el silencio en el Bernabéu. Miró siempre a su izquierda, buscando a Alba, pero jugó arropado por sus compañeros, que le buscaron constantemente. Forzó un paradón de Courtois llegando desde atrás. Casemiro no le dejó respirar. Le faltó claridad ante puerta. Raro en él.

Desde el centro del ataque tiró infinidad de paredes y no paró de generar espacios para las llegadas de Messi, Alba o Vidal. Jugó siempre que pudo a un toque y remató alto un centro de Alba. Se apagó con el paso de los minutos. Hay que pedirle más.

Salió en el minuto 70 y, nada más entrar, tuvo un mano a mano con Courtois que el belga salvó. Pura verticalidad y profundidad.

Jugó el último cuarto de hora, con ventaja en el marcador para el Real Madrid. Tocaba jugársela con otro delantero. No entró demasiado en juego.

Entró para oxigenar el centro del campo porque Arthur estaba fundido y pedía a gritos el cambio. Pero aportó poco, más bien nada.